(Corresponsalía Buenos Aires) – La imagen forzada de Javier Milei y Victoria Villarruel abrazándose en la Casa Rosada, junto con la supuesta reunión amigable en el despacho presidencial con charlas informales y galletas de agua, y las débiles negaciones sobre sus conflictos cotidianos, no lograron ocultar las luchas de poder que afectan al Gobierno, trascendiendo la autoridad del Presidente y la vicepresidenta.
Las controvertidas declaraciones televisivas de Villarruel, enfatizando sus discrepancias con el mandatario, revelaron también el enfrentamiento público que mantiene con Patricia Bullrich. Desde el inicio de la administración, la vicepresidenta lanzó su primera crítica pública contra la ministra el jueves, rechazando la intervención de las Fuerzas Armadas en temas de seguridad interna. Bullrich, tras recibir el golpe, intensificó su postura, instando a “superar los temores” hacia los militares y declarando su disposición para el debate. En el trasfondo, el círculo cercano a la ex líder del PRO sospecha de la influencia de Mauricio Macri en las acciones de la vicepresidenta. Mientras tanto, Milei, centrado en asuntos económicos, opta, por el momento, por no responder ni ser utilizado como peón en medio de la disputa interna.
“No somos una manada que siempre marcha en la misma dirección con opiniones idénticas”, expresó Manuel Adorni, portavoz presidencial, durante su conferencia de prensa habitual. Esta frase refleja su intento por equilibrar los señalamientos de Villarruel sobre aspectos clave de la gestión libertaria —como el papel de las Fuerzas Armadas, los nominados para la Corte Suprema o los sueldos de los funcionarios públicos, entre otros—, con la postura oficial que niega la existencia de conflictos internos en el Gobierno. “Ella tiene opiniones que a menudo pueden no coincidir”, añadió Adorni para minimizar las críticas. Incluso llegó a considerar como positivo el apodo que la vicepresidenta le dio al Presidente: “¿No es un gesto cariñoso que te llamen ‘jamoncito’?”, preguntó con ironía. Como se sabe, la tarea de la vocería no es sencilla, especialmente cuando se intenta ocultar los múltiples conflictos que son evidentes para todos.