(Corresponsalía Buenos Aires) – La reciente publicación del Observatorio Argentino por la Educación sobre los resultados del operativo Aprender 2023 ha encendido las alarmas en el ámbito educativo. Según el informe, si bien el 94% de los estudiantes que comenzaron primer grado en 2018 lograron alcanzar el sexto grado en el tiempo previsto, solo el 45% lo hizo con los conocimientos básicos en lengua y matemática. Este dato ha sido interpretado en los medios como un “déficit alarmante” en la educación primaria del país, generando controversia y un debate sobre la validez de estos métodos de evaluación
Los exámenes estandarizados, como el Aprender, buscan medir la calidad educativa a través de un Índice de Resultados Escolares (IRE), que en este caso evalúa a los estudiantes que iniciaron la primaria en 2018 y que, teóricamente, deberían haber alcanzado sexto grado en 2023. Los resultados, comparados con cohortes previas (2011-2016 y 2016-2021), muestran una leve mejora en cuanto al tiempo de finalización, pero dejan entrever un estancamiento en la adquisición de competencias clave.
En este contexto, la educadora y asistente social María Virginia Calvo se mostró escéptica sobre la metodología y los parámetros de estas pruebas estandarizadas. Según Calvo, “siempre se nos informa, y en formato de tragedia, los resultados en lengua y matemáticas”. Aunque reconoce la importancia de evaluar estas áreas, cuestiona la supremacía que estas disciplinas adquieren sobre otras materias fundamentales para el desarrollo integral del estudiante.
“La lengua escrita, por ejemplo, es un aspecto importante, pero no debería ser el único enfoque. Es necesario incluir la lengua hablada, la oralidad, para que la evaluación sea verdaderamente representativa de las habilidades lingüísticas de los estudiantes”, afirma la investigadora. Además, sostiene que “la evaluación debería ampliar su perspectiva para abarcar las funciones cognitivas y emocionales de los estudiantes, las cuales son esenciales para cualquier aprendizaje”.
Para la entrevistada, el problema radica en la falta de un enfoque integral que permita abordar los resultados negativos de manera innovadora y efectiva. “Llevamos más de 30 años aplicando estas pruebas y nunca vemos resultados satisfactorios. Cada vez que los resultados no son los esperados, se activan los mismos mecanismos de siempre: intensificar la enseñanza de prácticas de lenguaje y matemática. Esto, lejos de mejorar la situación, genera mayor presión y estrés en el sistema”, argumenta.
En su análisis, la docente plantea que las escuelas deberían promover habilidades como el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva, y la memoria, las cuales son pilares fundamentales para los futuros aprendizajes. “El sistema educativo debe funcionar como un todo coherente, desde el nivel inicial hasta la universidad, garantizando que los estudiantes puedan avanzar con confianza hacia la siguiente etapa”, enfatiza.
El informe del Observatorio también resalta que Argentina muestra una mejora sostenida en el tiempo de finalización de la primaria, aunque aún persisten desafíos importantes en cuanto a la calidad del aprendizaje adquirido. Frente a estos resultados, Calvo insiste en que “es necesario invertir no solo en infraestructura y materiales, sino también en una mirada crítica y renovadora sobre la educación. Las pruebas estandarizadas deben evolucionar para evaluar el desarrollo integral de los estudiantes, no solo su capacidad en lengua y matemáticas”.
Este llamado a una transformación profunda del sistema educativo argentino plantea la necesidad urgente de crear una escuela que fomente las habilidades lingüísticas, enriquezca el vocabulario y estimule el desarrollo emocional y cognitivo desde la primera infancia. Así, los estudiantes podrán enfrentar con éxito los desafíos académicos y personales que surjan a lo largo de su vida.