A diez años del primer grito colectivo de Ni Una Menos, la violencia de género sigue siendo una realidad que atraviesa hogares, vidas y generaciones. Pero también persisten los espacios que, con amor, compromiso y coraje, transforman el dolor en una nueva oportunidad. Uno de esos espacios late fuerte en el interior de Corrientes, en la ciudad de Goya, donde desde 2011 funciona la Casa de Acogida, el primer refugio de la provincia para mujeres víctimas de violencia.
En el corazón del interior provincial, persiste un refugio, una casa llena de luz y esperanza que alberga a mujeres víctimas de violencia de género y miles de niños que acompañan a sus madres en situaciones de maltrato. El círculo de violencia, se expande. No queda sólo en la mujer, rodea a sus hijos, y muchas veces, un numero grupo familiar que queda desamparados: madres violentadas, abuelas que contienen, niños que quedan huérfanos.

En el 2011, se prendió un faro en el interior provincial. Con iniciativa de la incansable hermana Martha Pelloni, referente nacional en la lucha por los derechos de la infancia y las mujeres, se creó la primera “Casa de Acogida” de la provincia para responder a una necesidad urgente y humana capaces de contener la violencia doméstica que, a diario, golpea en silencio miles de hogares.
Con su voz serena pero firme, Pelloni impulsó la creación de este refugio, convencida de que toda persona tiene derecho a una vida libre de violencia. Y ahí, tras ese portón celeste que se cierra con cuidado, empieza el trabajo más arduo del equipo interdisciplinario del foro “Infancia Robada”. Un equipo compuesto de trabajadores sociales, abogados y psicólogos para contener a las víctimas.

La Casa de Acogida se encuentra en la calle Bartolomé Mitre, en la ciudad correntina de Goya. Desde su creación, en coordinación con el gobierno local, este refugio se ha convertido en un espacio de contención, donde conviven historias de dolor, gritos ahogados y desesperación, pero también de esperanza, acompañamiento y nuevos comienzos.

El equipo interdisciplinario y las víctimas de violencia de género accedieron a una nota, donde nos contaron cómo trabaja el quipo interdisciplinario y el terror que viven las víctimas.
Norma duerme bajo ese techo desde hace algunas semanas. Su rostro aún carga el peso de una historia marcada por 12 años de golpes, gritos y silencios.
“Pensé que era lo normal, que así era el amor… hasta que me di cuenta de que estaba desapareciendo”, dice con voz baja. Pedir ayuda fue su primer acto de libertad. Desde entonces, acompañada por psicólogos, trabajadoras sociales y voluntarias, Norma transita el camino de reconstruirse desde adentro.
Mónica también vivió bajo el mismo miedo. Soportó años de violencia hasta que una vecina —esa heroína anónima— la acercó a la organización. “Todavía me cuesta nombrarlo, porque me da vergüenza… pero estoy viva, y eso ya es mucho”, confiesa con lágrimas contenidas.
Cada mujer que cruza la puerta de la Casa de Acogida lo hace cargando una mochila invisible, repleta de miedo, angustia y culpa. Por eso, el equipo interdisciplinario trabaja con un protocolo integral que prioriza la seguridad física, emocional y psicológica.
La primera regla es firme: cortar todo vínculo con el agresor. A partir de ahí, comienza lo más difícil: sanar, recuperar la autoestima, garantizar derechos y, sobre todo, demostrarles que merecen una vida libre y digna.
“La tarea no es fácil. Acompañamos, contenemos, pero sobre todo, escuchamos”, dice Graciela Flores, trabajadora social. A su lado, Marta Almada, coordinadora de la red en Goya, lo resume con claridad: “Lo hacemos porque no podemos mirar para otro lado. Cada mujer protegida es un eslabón menos en la cadena de violencia que intentamos romper”.
Desde 2011, miles de mujeres y sus hijos han pasado por esta casa-refugio. Algunas regresaron a sus hogares con nuevas herramientas, otras comenzaron una vida desde cero en otras ciudades. Pero todas compartieron el mismo punto de partida: la decisión valiente de decir basta.
Historias como las de Norma y Mónica se repiten en Goya, Paso de los Libres, Ituzaingó y tantas otras localidades. No son casos aislados: son el resultado de un sistema que castiga a las mujeres, de un patriarcado que aún oprime, y de una deuda estatal: la falta de políticas públicas sostenidas, reales y libres de intereses políticos que acompañen, contengan y prevengan.
La Casa de Acogida y la red que la sostiene son el rostro visible del compromiso. Son prueba de que la empatía puede transformarse en acción, y de que otra realidad es posible cuando hay voluntad y organización.
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En esta casa, la violencia no tiene la última palabra. Aquí, cada historia de dolor se convierte, paso a paso, en un testimonio de resiliencia. Aquí, cada mujer encuentra su derecho —y su lugar— para volver a empezar.

Conoce más de la organización, su equipo interdisciplinario y las distintas sedes acá: https://infanciarobada.org/
Si sufrís violencia de género podes dirigirte al foro Infancia Robada en su sede central: calle Bartolomé Mitre 1556.
La Línea 144 brinda atención telefónica especializada a mujeres víctimas de violencia de género durante las 24 horas, los 365 días del año. Es anónima, gratuita y nacional.