Los analistas creen que la cancelación del Bopreal 2026 debilita las tenencias netas de la autoridad monetaria. Vuelve la preocupación sobre la acumulación de divisas para el cierre del año.
El Banco Central (BCRA) desembolsará este lunes unos US$1012 millones para cancelar la amortización de los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal 2026), un compromiso que se cubrirá con reservas y que vuelve a poner en primer plano el estado de las tenencias netas del organismo.
Aunque parte del pago quedará compensado por la participación de acreedores locales, el impacto final recae sobre las reservas netas, el indicador que el Gobierno deberá volver a discutir con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un contexto en el que ya se encuentra muy por debajo del objetivo establecido en el acuerdo firmado en abril.
Los Bopreal fueron emitidos para que empresas y personas con deudas comerciales en el exterior pudieran regularizar esos compromisos en medio de la falta de divisas y las restricciones cambiarias. El objetivo central del instrumento fue ordenar la demanda de dólares, facilitar la cancelación de pagos externos y aliviar la presión sobre las reservas internacionales.
Ese mecanismo permitió postergar desembolsos privados, pero también generó un cronograma de vencimientos que ahora presiona las cuentas del Central.
En las últimas semanas, el Banco Central activó US$2500 millones del swap de monedas con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Ese refuerzo fue utilizado, en parte, para afrontar intereses con el FMI y para recomponer parte de la posición en dólares del sistema financiero estadounidense.

Según estimaciones del mercado, la autoridad monetaria llegó a noviembre necesitando casi US$10.000 millones para alcanzar la meta de acumulación de reservas que regía para fin de año. Tras el uso de una porción del swap estadounidense —que implicó restar más de US$2500 millones del cómputo—, el objetivo inmediato se volvió aún más exigente y hoy ronda los US$12.000 millones.
Aunque el ministro de Economía, Luis Caputo, minimizó la importancia de esa meta, en un escenario de compras oficiales muy acotadas en las últimas semanas, crece la posibilidad de que el Gobierno tenga que pedir una nueva dispensa al Fondo.
El cuadro de pasivos del Banco Central incluye los US$18.291 millones del swap con China, US$15.897 millones de encajes bancarios en dólares, US$2500 millones del swap con Estados Unidos, repos con Sedesa y otros compromisos a un año por más de US$3000 millones, además de préstamos menores con organismos internacionales. Es decir, una estructura que condiciona la dinámica diaria de reservas y que limita la capacidad de compra del organismo en el mercado.
En la última revisión con el FMI, la meta había sido recalibrada y el ministro de Economía, Luis Caputo, se comprometió a cerrar el año con reservas netas en torno a US$2600 millones. Pero la asistencia adicional brindada por Estados Unidos —a través de un swap de hasta US$20.000 millones— alteró ese esquema y abrió la puerta a un manejo más flexible de los vencimientos.
Caputo lo planteó públicamente durante la Conferencia Industrial de la UIA: “No subestimamos la importancia de acumular reservas; es una prioridad para nosotros. Pero hoy existe una diferencia entre la acumulación de reservas y el cumplimiento de nuestras obligaciones. El escenario cambió: tenemos nuevas alternativas financieras. Está el swap chino, el respaldo estadounidense y otras vías, incluidas conversaciones con bancos”, afirmó.
La discusión de fondo pasa también por la capacidad del Banco Central para recomprar dólares sin necesidad de esterilizar, algo que desde el Gobierno se mencionó como posible ante lo que describen como una demanda de dinero muy baja. Sin embargo, especialistas del mercado advierten que, con los cambios de comportamiento que dejó la alta inflación, es difícil que la base monetaria vuelva a representar niveles cercanos al 9% del PBI, como ocurría en otros períodos.
Sobre esa base, incluso en un escenario de actividad en crecimiento de 2,5% en 2026, las compras de divisas serían acotadas: rondarían los US$600 millones. Y en un escenario de expansión “máxima”, equivalente al peso de la base monetaria en 2022 (5,5% del PBI), la capacidad potencial de compra se ubicaría en torno a US$9000 millones.