La unión hace la fuerza, pero no define una sede para el 2030

El relato ideal podría tener un final feliz si la final de la Copa del Mundo en 2030 se juega en Uruguay. Un siglo después de aquel inicio que marcó al fútbol mundial, podría retornar aquellas imágenes históricas si de nuevo el estadio Centenario recobra el espíritu de ser sede de una definición mundialista. El fútbol cobraría otro capítulo de romanticismo histórico, perdido hace décadas por el negocio.

Para cualquier turista curioso, pasear por el centro de Montevideo lo puede llevar (unos minutos en taxi) hasta una calle de barrio, una vereda cualquiera. Pero en un peculiar poste gris en el frente de una casa normal, en el barrio de Pocitos, describe dos lugres exactos de la historia del fútbol. Ese poste marca el lugar donde Francia y México comenzaron el primer día en la historia de la Copa del Mundo; el marco de acero representa la portería en la que el francés Lucien Laurent marcó el primer gol.

Ninguna ciudad luce su orgullo futbolístico como Montevideo. Ni siquiera Buenos Aires o Río de Janeiro, en su lucha por ser las capitales mundiales del fútbol, pero cada vez con menos amor por el juego.

Por eso todos los románticos e historiadores del fútbol reconocen, en su corazón, que la Copa del Mundo en 2030 debería regresar a la ciudad en la que todo comenzó un siglo antes.

“Estamos confiados en ser sede del Mundial 2030”, aseguró el presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, días atrás en su visita a Argentina, tras el lanzamiento de la candidatura colectiva entre Argentina, Chile, Uruguay y su país.

Algo es claro, FIFA tiene normas de certificación que cada sede debe cumplir para ser elegida y Montevideo solo no puede. Sólo el estadio Centenario podría ser utilizado para un partido de ese nivel.

Y ahora se le agregaron oficialmente las intenciones del fútbol argentino, chileno y paraguayo para acompañar en esta aventura que se terminará en el Congreso de la FIFA, cuando se vote en 2024.

Recordemos que no será una votación más. Recuperará la cantidad de congresales y será una buena oportunidad para devolver algo de credibilidad a esas decisiones de la Casa de Zurich.

Si bien ya eligieron al trío de países para ser sede en 2026, en el momento que se vote por la sede de 2030 volverán los fantasmas del FIFA Gate.

Por eso la propuesta de Uruguay y sus vecinos (se inaugurará en Buenos Aires y la final será en Montevideo) es romántica y recupera el encanto del fútbol de antes.

El fanatismo futbolístico uruguayo no cambió, fue el mundo el que siguió adelante. Desde Montevideo consideraron por muchos años al Mundial 2030 como su santo grial, a pesar que la organización, el protocolo y muchos otros aspectos no responden a 1930; una Copa del Mundo comenzó con 13 equipos en 1930 y pasó a 16 en Italia 1934 (retrocedió en 1938 y 1950 por el boicot y las guerras reinantes en esos años), luego sumó 24 en España 1982, fueron 32 selecciones desde Francia 1998 y ahora son 48, a partir de Mex-USA-Can 2026.

No sirve ser romántico, para la FIFA esa historia de amor cien años después nunca fue una opción.

A los uruguayos les encantaría haber ido solos a reclamar “su” final del centenario, pero no pueden embarcarse sin apoyo.

Y sumarle a los escollos que podría encontrar Uruguay, las otras candidaturas: España y Portugal se fijan como favoritos para la elección del Congreso 2024. Los ibéricos cuentan con su propia historia en el fútbol y lugares igualmente icónicos.

Esto viene tejiéndose hace años. UEFA necesitaba que en 2030 la copa regrese a su territorio y hasta China parecía sumarse con apoyo financiero.

La presión política de UEFA llevó a España a asociarse con Portugal, mientras que tiempo atrás, Inglaterra finalmente se conformó con la casi certeza de un papel como socio principal en la organización de la Eurocopa 2028 en el Reino Unido e Irlanda.

España quedó dolida tras haber perdido bajo el mandato del suizo Sepp Blatter, en la licitación de 2018, golpeada por el escándalo. Los españoles perdieron 13-7 ante Rusia en la segunda ronda de votación del comité ejecutivo de la FIFA.

Y ahora, asociados a Portugal, van por todo. Incluso ya publicaron una larga lista de 15 posibles sedes españolas, que serán mayoría, más tres en Portugal.

El Centenario de Uruguay es un monumento histórico nacional, pero no está a la altura de los estándares modernos de la Copa del Mundo. 

Además, Arabia Saudita redobló en los últimos tiempos su apuesta por el fútbol; vecinos de Qatar necesitan igualar la fiesta en aquella península pero en 2030. En agosto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman asistió a una velada de boxeo en Jeddah con Gianni Infantino, actual presidente de FIFA. Desde entonces, se habla de la posibilidad que Arabia Saudita presente una candidatura para el Mundial 2030, junto a Egipto y Grecia como posibles socios en una candidatura de tres continentes.

Todo romántico e historiador del fútbol sabe que las finales de la Copa del Mundo de 2030 deberían regresar a la ciudad en la que todo comenzó un siglo antes. Pero…

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