Rocío Romero, la abogada capitalina que es auditora naval

Desde la Armada Argentina dieron a conocer su historia de vida. Tiene 36 años, estudió Derecho en la UNNE, es teniente de Navío y también jefa de la división Asuntos Legales en la Escuela de Suboficiales (ESSA).

El miércoles último, las fuerzas castrenses conmemoraron el Día del Auditor Militar, en reconocimiento a la designación por parte de la Primera Junta de Gobierno en 1810 del primer auditor de guerra, Feliciano Antonio Chiclana. En virtud de ello y en homenaje al centenar de auditores que integran la Armada Argentina, la fuerza naval, a través de su publicación web: Gaceta Marinera, narró la historia de vida de la teniente de navío auditor Rocío Romero, jefa de la división Asuntos Legales en la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA). Romero es oriunda de la Ciudad de Corrientes.

En primer orden, la publicación explicó que los auditores navales son hombres y mujeres de Derecho, en vínculo estrecho con los fundamentos de la patria desde el mar. El Cuerpo Jurídico de la Armada está integrado por más de 100 abogados pertenecientes al escalafón Auditor, quienes se encargan de asesorar y asistir en los aspectos relacionados al ordenamiento penal, administrativo, reglamentario y disciplinario de la institución, con base en las leyes que rigen el Derecho nacional e internacional, quienes son asignados en diferentes destinos navales del país.

NARRÓ QUE SUS HERMANOS ESTÁN EN PREFECTURA.

Inicios

La teniente de Navío Romero nunca vislumbró una carrera de leyes ligada al quehacer naval, sin embargo, las circunstancias, su curiosidad, gusto y pasión, la encuentran hoy con 11 años de servicio en la Fuerza, a sus 36 años de edad y “una vida inimaginable fuera de la Armada”, afirmó.

Lejos de su Corrientes natal, Rocío narró cómo supo abrazar la institución, imprimiendo su responsabilidad y compromiso en la tarea diaria y eligiéndola todos los días, con la firme convicción de que se encuentra en el mejor lugar para contribuir y hacer grande a su patria.

“Desde pequeña, mi padre -quien hizo el Servicio Militar Obligatorio- nos inculcó a mí y a mis hermanos los valores militares y un apego especial por los símbolos y fechas patrias, que fueron reforzándose por vivir en una provincia que pondera esos valores con mucho sentimiento”, sostuvo en su relato. Sus hermanos se inclinaron por trabajar en la Prefectura Naval Argentina.

Rocío expresó que su papá también le aconsejó seguir Abogacía y se lo agradece siempre, porque considera que es la mejor carrera para ella. Se recibió en la Universidad Nacional del Nordeste en 2011 y comenzó sus primeros trabajos en la Procuración de su provincia en Defensa del Consumidor.

Asimismo, el esposo de su prima hermana, quien presta servicios como suboficial en la Armada, le contó de su actividad y que trabajó junto a muchos abogados en la institución. “Él me incentivó a probar para rendir el examen de ingreso”, relata. Mientras estaba de vacaciones en Mar del Plata, su primo la ayudó a concertar una reunión con un marino auditor de la Fuerza y este le contó todo lo que podía hacer un abogado en la Armada.

Este encuentro cambiaría el rumbo de la joven abogada que decidió su ingreso a la Escuela Naval Militar (ESNM) en julio de 2012. “Todo era nuevo y distinto para mí, desde la exigencia física hasta el conocimiento de las órdenes militares”, apuntó.

“Me gustó mucho la disciplina, cada ejercicio fue un desafío. Pasé de leer expedientes a tener una formación militar y actividad física muy intensivas y me encantó”, rememoró la teniente Romero sobre su formación en el Curso de Integración Naval (CUINA) para ser parte, desde entonces, del Cuerpo Profesional de la Armada.

Su primer destino tras su egreso en 2013 fue la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Armada, en el edificio Libertad, sede del Estado Mayor General de la Armada, en la ciudad de Buenos Aires, donde completó su aprendizaje en reglamentos y códigos relacionados con la temática legal de la institución.

Luego, prestó servicios durante dos años en la Dirección General de Educación de la Armada (DGED) de las cuales dependen los diversos institutos de formación de la Armada; el buque escuela fragata ARA “Libertad” y también la Facultad de la Armada (FADARA), que integra la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF).

“Fue muy interesante ampliar el conocimiento de todas las escuelas que enseñan la disciplina del mar en el país. Aprendí mucho sobre las costumbres y valores navales e incluso protocolares. Tuve el honor de conocer allí a grandes marinos y amistades que me enseñaron a adecuar mi comportamiento al de la institución y a amar a la Marina”, destaca.

En la ESNM

Durante 2016, volvió a la ESNM, instituto de formación naval en el que se forman los futuros Oficiales de Marina: “Fue un destino muy productivo para mí. Allí aprendí diversas tareas y responsabilidades relacionadas con el quehacer naval”.

Luego, estuvo destinada a la Secretaría General de la Armada hasta 2020, en el Departamento de Asuntos Jurídicos, desde el que continuó enriqueciendo su trabajo en temáticas actuales y de auge contemporáneo, como la Ley Micaela y leyes sobre Violencia de Género, hasta llegar en 2021 a su actual destino: la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA).

Allí, en la oficina de Asuntos Legales, realiza su labor diaria con un equipo compuesto por una abogada civil, una suboficial encargada y una marinero estudiante de abogacía. En lo administrativo, llevan adelante expedientes ante un recurso o reclamo que afecte un derecho del personal militar y civil del establecimiento; controlan plazos y brindan asesoramiento legal a la dirección de la Escuela. “A lo largo de mi carrera, incorporé terminología propia del ámbito y destrezas en comunicación”, aseguró.

“Además de llevar expedientes y contestar demandas -prosiguió-, lo mejor es que me relaciono con otros profesionales, como personal de la Infantería de Marina, de la Aviación Naval y la Flota de Mar”.

“En este destino se suman otras actividades, como son el orden cerrado, las prácticas de ceremonia, los desfiles con espada y la instrucción a los alumnos de la escuela”, amplió Romero, que imparte clases de Derecho Disciplinario Militar a los Aspirantes Navales Furrieles (administrativos navales).

Por último, aclaró que “aunque uno no realice todas las actividades que se hacen en la Armada, está bueno que exista la posibilidad de hacerlo, cada experiencia es única. Mi esposo, quien también es Auditor Naval, hizo la Campaña Antártica de Verano y fue una experiencia inolvidable para él. Mi sueño es poder participar representando al país en alguna Misión de Paz de las Naciones Unidas”.

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