Por qué en invierno el cuerpo “pide” calorías

Chocolates, meriendas abundantes, golosinas, locro, quiso de lentejas. Todo eso -y más- “pide” el cuerpo ni bien la temperatura baja unos grados. Todas comidas que se caracterizan por tener un alto contenido de grasas y azúcares.

“Hay distintas teorías que intentan explicar el porqué de los desarreglos en la alimentación que son frecuentes en épocas de frío”, afirmó la licenciada Micaela Cusato, del Departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clínicas. “Se cree que el deseo hacia alimentos calóricos se debe a un comportamiento propio de la memoria genética, de épocas antiguas, donde era necesario mantener el calor propio del cuerpo a través de la comida. Otra teoría que sostiene que las pocas horas de luz y los días más cortos inciden en el estado de ánimo de las personas”, explicó.

Si a esta disminución de la temperatura corporal se le suma la disminución de la temperatura ambiental, el efecto es doble, por lo que la demanda calórica del organismo se agrava aumentando aún más el apetito.

Por ello, tal como recomendó la especialista, “es importante saber cuáles son las opciones más saludables para obtener calorías sin caer en el consumo desmedido o el sobrepeso. Lo principal es mantener la alimentación saludable, aprovechando sobre todo los alimentos de estación. Podemos incorporar a nuestra dieta banana, mandarina, manzana, naranja, limón y pomelo, por ejemplo. En cuanto a las verduras, tenemos el zapallo, el coliflor, la zanahoria o la batata para reemplazar ingredientes que pueden ser más pesados”.

La médica especialista en Nutrición, directora del Centro Dra. Katz y de la diplomatura de Obesidad en Universidad Favaloro y miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), Mónica Katz (MN 60164) consideró que “es probable que un poco más de calorías se necesiten en invierno, pero es muy relativo, sobre todo en países como Argentina”.Para ella, “tener menor cantidad de luz solar tiene su efecto sobre el ritmo circadiano, lo que puede alterar los patrones de sueño”. Asimismo, y en consecuencia, la falta de sueño adecuada “puede aumentar los niveles de grelina (hormona del hambre) y disminuir los niveles de leptina (hormona de la saciedad), lo que puede llevar a la sensación de mayor apetito”.

Y tras asegurar que “el estrés relacionado con el clima frío y la menor cantidad de luz puede aumentar los niveles de cortisol”, la especialista destacó: “El cortisol elevado está asociado con un aumento del apetito, sobre todo de ‘carbograsas’, como chocolates, facturas, panificados, galletitas y el almacenamiento de grasa, especialmente en la región abdominal”.

Además, hay evidencia acerca de que la menor luz solar también puede aumentar la producción de melatonina, lo que puede provocar letargo y una tendencia a buscar alimentos reconfortantes para mejorar el estado de ánimo.

En ese sentido, Aguirre Ackermann recomendó que “las verduras también pueden emplearse en preparaciones tibias o calientes. Conviene elegir formas de cocción sencillas y evitar el agregado de grasas. En este sentido, una opción son las hortalizas y legumbres de la temporada que pueden consumirse en preparaciones como cazuelas o woks”.

“Se puede, por ejemplo, hacer un budín o un soufflé con huevos y claras y queso descremado, salseado o gratinado con verduras cortadas en concassé”, sugirió.

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