Especialistas destacan la importancia de la vacunación, la prevención y la información sobre este virus y sus riesgos para la salud.
En el marco del Día Internacional de Concientización sobre el Virus del Papiloma Humano (VPH), que se celebra el 4 de marzo, se llevó a cabo un encuentro en el Hotel Palladio de la Ciudad de Buenos Aires. El evento fue organizado por MSD Argentina, junto con dos especialistas, y se centró en la importancia de concientizar sobre el virus, sus complicaciones y cómo distribuir la información tanto a la comunidad como a los profesionales de la salud, generando espacios de discusión.
El Virus del Papiloma Humano (VPH) es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes en Argentina y en el mundo. Se estima que ocho de cada diez personas lo contraerán en algún momento de sus vidas. De los más de 100 tipos identificados, alrededor de 40 afectan la zona genital y/o anal, y se dividen en dos grandes categorías: de bajo riesgo oncogénico y de alto riesgo oncogénico.
Qué es el VPH
Durante el encuentro, se abordó la desinformación que existe sobre el VPH y la importancia sobre difundir el conocimiento sobre el mismo. Su transmisión ocurre principalmente a través de las mucosas, y existen más de 200 tipos de VPH, clasificados en dos grupos: los de bajo riesgo, asociados a lesiones benignas, y los de alto riesgo, que incluyen 15 genotipos relacionados con varios tipos de cáncer, principalmente los tipos 16 y 18.
El VPH puede ser contraído al iniciar la actividad sexual, generalmente entre los 15 y 17 años. Aunque la infección suele resolverse entre 1 y 3 años, puede ser persistente y, en algunos casos, generar lesiones precancerosas. Aunque el 30% de las mujeres desarrolla anticuerpos contra el virus, estos no ofrecen una protección total frente a nuevas infecciones, algo que sí hace la vacuna. Según Dolores Fellner, una de las expertas presentes y miembro del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas ANLIS “Dr. Carlos G. Malbrán”, la vacuna es especialmente efectiva si se administra antes del inicio de la actividad sexual. El instituto asesora, diagnóstica y ayuda a prevenir casos de VPH.
Vacunación
En Argentina, la vacuna contra el VPH forma parte del Calendario Nacional de Vacunación desde 2011 para niñas y desde 2017 para varones, ambos a los 11 años de edad. La vacuna se administra preferentemente antes del inicio de la actividad sexual. Además, está disponible para quienes no hayan completado el esquema de vacunación: mujeres nacidas a partir de 2000 y varones nacidos desde 2006, hasta los 26 años. También se contempla para personas con condiciones de riesgo, como aquellos con inmunocompromiso, personas que viven con VIH, trasplantados y quienes padecen enfermedades reumatológicas.
Uno de los temas planteados en el encuentro fue la percepción de los padres sobre vacunar a sus hijos antes del inicio de la actividad sexual. Aunque suele haber temor en el caso de las hijas, la aceptación de la vacuna es generalmente positiva.
La cobertura de vacunación contra el VPH disminuyó durante la pandemia, siendo una de las más afectadas. Actualmente, el objetivo es mejorar esta cobertura, que se encuentra en un 60%.
Por último, los adultos no están exentos de la vacuna. A partir de los 40 años, se suele producir un segundo pico de contagios, por lo que se recomienda la vacunación también en esta etapa.
Relación cáncer – VPH
El cáncer de cuello uterino (CCU) es el tercero más frecuente en mujeres y la cuarta causa de mortalidad por cáncer en mujeres jóvenes. Muchos de estos casos están vinculados con la infección por VPH. El genotipo 16 es el más prevalente en lesiones cervicales y en casos de CCU, con una prevalencia del 53,2%, seguido por el genotipo 18, con un 13,2%.
Se estima que 4.600 mujeres son diagnosticadas con CCU, y 2.200 mueren a causa de esta enfermedad. Además, el VPH puede ocasionar otros tipos de lesiones oncológicas, como las de ano, vagina, pene y orofaringe.
Prevención
Existen dos tipos de prevención en la lucha contra el VPH: la prevención primaria y la secundaria. La prevención primaria se realiza antes de que la persona tenga contacto con el virus, a través de la educación sexual integral (ESI) y la vacunación. La ESI es clave para la prevención, y el uso correcto del preservativo reduce el riesgo de transmisión, aunque no de forma total, ya que el virus puede estar presente en zonas de la piel y mucosas no cubiertas por el látex.
La prevención secundaria se basa en chequeos médicos de rutina, como el Papanicolau (PAP) y el test de VPH, que permiten un diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno de las lesiones. El PAP debe realizarse entre los 25 y los 30 años, y luego se debe hacer el test, que también es rutinario. Esta prueba detecta la presencia de tipos de VPH que pueden causar cáncer de cuello uterino, y su procedimiento es similar al del PAP. En caso de ser positivo, el PAP permitirá evaluar si el VPH ha generado lesiones.
Aunque las mujeres vacunadas contra el VPH tienen menos riesgo de desarrollar cáncer, deben seguir controlándose, ya que pueden seguir transmitiendo el virus.