El chamamé en Mburucuyá, el tradicional culto a la amistad

Miles de personas disfrutaron ayer de la noche inaugural. El anfiteatro Eustaquio Miño respiró el aire más puro de esta expresión. En dicha fiesta, el factor común es la enchamigada.

La alegría fue el factor común entre miles de personas que anoche disfrutaron de la inauguración del 54° Festival Nacional del Auténtico Chamamé Tradicional en Mburucuyá. Abrazos, vino y amistad abundaron en la primera noche chamamecera a orillas de Laguna Limpia, donde anoche -al cierre de esta edición- se preparaba para actuar el “Bocha” Sheridan.

Una noche fresca y agradable, de esas estrelladas, de ambiente justo, lejos de las agobiantes jornadas cálidas de verano correntino, hizo más especial aún el encuentro chamamecero. En el predio, la gente del pueblo llegó con sus habituales silletas, muchos regulares de esta mágica celebración ya tienen su lugarcito preferido. “Todos los años vengo a este festival, me encanta venir con mi familia, nos instalamos en este mismo lugar y disfrutamos del espectáculo. Hace más de 20 años que hacemos este ritual”, dijo entre sonrisas, María Fernández, vecina de Mburucuyá.

También hay visitantes que cada año “peregrinan” hasta este “santuario” para bendecirse de chamamé. Es el caso de Dolfy Sosa, un reconocido hijo del chamamé que desde Santa Rosa viene cada año a llevar su ofrenda más preciada, que es su amistad.

“Aquí se cultiva la expresión más genuina de la amistad, el verdadero significado del chamigo lo descubrís acá. Este lugar es tan sagrado como lo es San Cirilo y otros lugares en los que la amistad es el valor más preciado”, explicó Sosa.

No es para menos, en Mburucuyá hubo grandes “monjes” que cultivaron la enchamigada, como Salvador Miqueri o Juan Carlos Jensen, dos grandes referentes que dejaron ese legado cultural de la amistad y que lo reconoce todo el pueblo chamamecero.

“Venir a Mburucuyá y no vivir esta celebración desde la familia o la amistad, es no poder reconocerte como chamamecero. Acá tenés que venir predispuesto a compartir la vida y el chamamé, desde lo más preciado, que es la amistad”, explicó a época el recitador de Mocoretá, Pablo Chamorro. Como él, muchos disfrutan Mburucuyá por ese ritual de enchamigarse, de mesas largas, charlas, risas y canto, y por supuesto, el brindis y la buena comida que son los principales anfitriones.

El pueblo lo vive así, un festival en el escenario y una fiesta a lo largo y ancho de la localidad, donde las casas son a puertas abiertas, donde los visitantes son bienvenidos y donde todo se comparte, la cultura chamamecera principalmente, la auténtica, la tradicional.

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