Federico García Lorca fue asesinado el 18 de agosto de 1936, un mes después del inicio de la Guerra Civil Española. Fue fusilado por la Guardia Civil, cerca de Viznar, en Granada, su ciudad natal. Tenía 38 años.
La muerte de García Lorca, un destacado poeta y dramaturgo español, ocurrió en un contexto de gran convulsión política y social en España. Su asesinato, a manos de un bando sublevado durante la guerra civil, ha sido objeto de estudio y reflexión hasta la actualidad. Su figura y obra siguen siendo recordadas y celebradas en todo el mundo.
El trágico final de García Lorca marcó un antes y un después en la historia cultural española, convirtiéndose en un símbolo de la represión y la violencia de la guerra. Su legado literario, sin embargo, sigue vivo, inspirando a generaciones de artistas y lectores.
Lorca transitó la poesía y el drama con la misma soltura y virtuosismo. En los últimos años se volcó más hacia el teatro dramático, donde experimentó sus ensayos con estampas del costumbrismo español. Siguiendo la forma de la tragedia clásica, cargó de intención sus tintas y derramó compasión sobre criaturas mujeres destinadas a la obediencia y a la soledad. Así se comprueba en Bodas de sangre (1933), Yerma (1934), o en La casa de Bernarda Alba (1936).
García Lorca arribó a Buenos Aires el 13 de octubre de 1933 y recién embarcó hacia su patria el 27 de marzo de 1934 (con los intervalos de su viaje a Montevideo, en enero de 1934, y breves estancias en algunas importantes ciudades del interior de Argentina donde pronunció conferencias y recitales). Fue recibido por la anfitriona de todo extranjero, artista o intelectual, que desembarcara en el puerto: Victoria Ocampo. En su casa, le fue presentado el compositor Juan José Castro quien, años más tarde, estrenaría en el Teatro Colón la ópera Bodas de sangre, inspirada en la obra de Lorca.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.