La Pilarcita hizo bailar y zapatear a la concurrencia del anfiteatro

Luego de la presentación de los Bofill, Daniela Acosta entró al tablado bien arriba con su versión de “La llorona” para levantar el ánimo que, vale reconocerlo, ya venía entusiasmado.

Dueña de un desenfado natural con un mensaje que representa esa autenticidad de familia chamamecera Daniela Pilar Acosta conocida en el universo del género como La Pilarcita ya lleva 10 años transitando los escenarios de la región.

Entró bien arriba con “La llorona”, como dicen los entusiastas de la música que de inmediato sacude y responde positivamente a la exhortación de “meterle al baile de taco y zuela”, como se impone con los acordes vertiginosos que pulsa sobre el teclado de su acordeón, el que aprendió a tocar desde los 7 años, cuando su padre decidió enseñarle.

De esa forma, tocó una serie de piezas de alto ritmo con los que resultó imposible no zapatear. Siguió con la polca “Paloma blanca”, “Cañada mala”, “El Gateao” y cerró con “Kilómetro 11”, una apuesta segura que despierta los sapukáis de la concurrencia, ese que no hace falta pedir y que nace de la emoción del momento.

Es parte de un conjunto que preserva los modos tradicionales de tocar el chamamé que tiene la estructura de fuelles y cuerdas, primera y segunda guitarra, así como el glosista, rol que ella intercambia para alentar al público a corear los temas cantados o bailar hasta levantar polvareda en todos los espacios libres del Cocomarola.

Ella es la que lleva la batuta con su despliegue sobre el escenario y está bien acompañada por Rogelio Acevedo en guitarra y voz, Horacio Alfonzo en guitarra y glosas, y con Fernando Romero, Javier Vergara y José Delgado como músicos invitados.

Antes de subir al escenario, La Pilarcita habló con época y en un breve reportaje se manifestó “muy contenta y muy emocionada de poder estar de nuevo acá. Hace más de 10 años que vengo pisando el Osvaldo Sosa Cordero”.

“Voy a hacer bailar y zapatear”, prometió y cumplió para luego, pese a su corta edad, con nostalgia narrar que “a los 7 años mi papá me enseñó a tocar el acordeón, a los 9 años me presenté en la Bailanta de Puente Pesoa, que es parte de la Fiesta Nacional del Chamamé y desde ahí no paré”, indicó.

“Cuando empecé no había mujeres con el acordeón y el estilo mío, que siempre me presentó defendiendo la pilcha gaucha. Siempre fue común ver al varón vestido de gaucho y al principio hubo mucha discriminación, porque es complicado ver a una mujer con el traje de gaucho”.

“Ahora es bueno ver a tanta mujer con todo tipo de instrumentos y con pilcha gaucha y el concejo que le doy a los más jóvenes es que no le aflojen, que no hagan caso a las críticas y que le metan nomás”, cerró la entrevista.

La potencia de Alfredo Monzón

Con un estilo particular, Alfredo Monzón inició el tramo final de la séptima noche, esa en la que como dice el presentador Rigoberto González Mann, solo se queda el mejor público de todos y su potente voz presentó un repertorio tradicional.

El comienzo de su presentación fue con “Paisano campero”, de Eleuterio Galarza y Catalino Domínguez y su repertorio incluyó pinceladas del paisaje correntino que hacen a la esencia del chamamé.

Continuó con esa representación de la identidad ancestral del mencho correntino con “Soy forastero”, esa delineación del costumbrismo rural correntino.

El amor también es parte de la esencia chamamecera y cumplió con la promesa de ofrecer el nido de amor con el rancho “Bañado Norte” de Odilio Godoy y Mario del Tránsito Cocomarola, uno de los históricos barrios de la capital correntina.

Ahí volvió a las reseñas rurales con la evocación de la yerra en la ahora mítica “Estancia San Blás”, con ese enérgico que le imprimió a todas sus creaciones Ernesto Montiel, en colaboración con Pedro Sánchez.

La integración cultural es un compromiso de la Fiesta que también cumple con representar al MERCOSUR, con una selección de polcas paraguayas para cerrar la actuación a todo baile con “Paloma blanca” y “Lucerito Alba”, una conjunción que emociona al público.

Vale destacar el aporte a la danza de cada uno de los temas que interpretó Monzón que fueron acompañados por la destreza y agilidad de Jana Moreira y Benjamín Pereira, una pareja adolescente que forma parte de la Fiesta desde hace varias ediciones.

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