La “Polaquita”, la Mariño y la ciudad

En el año 1980, más o menos para esta época del año, estaba de paseo por Corrientes, entonces mi amigo Ángel Quintela me invitó a la representación de Y Juan Moreira fue, obra de teatro que con dirección de Dante Cena –en la que actuaban María Esther Aguirre, Horacio Tourte, Ángel Quintela y otros- se llevó a cabo en el salón de actos del Hogar Escuela, obra que significó el nacimiento del Teatro del Guarán.

Por entonces yo vivía en la ciudad de Buenos Aires, era una época aciaga en todos los sentidos, también para las artes. Mis refugios vitales e intelectuales eran las “librerías de viejo” de la calle Corrientes, los cines de la Hebraica y de la Leopoldo Lugones, el sótano de Jazz & Pop de San Telmo, que pertenecía al legendario trío de Lito Nebbia, Néstor Astarita y al “Negro” González por donde desfilaban los grandes jazzeros argentinos, y el Teatro Escuela, también situado en San Telmo, dirigido por Federico Herrero.

Los domingos eran mis días dedicados al teatro, en el Teatro Escuela veía obras que eran adaptaciones de grandes dramaturgos, como Chéjov, Ibsen, Pinter, Brecht y otros argentinos, estos últimos muy en cuentagotas. No sé cómo lo hacía, pero Herrero, se atrevía y lograba burlar la censura imperante. 

Al ver Y Juan Moreira fue quedé deslumbrado, me gustó mucho toda la puesta en escena, desde las interpretaciones con técnicas del mimo, pasando por el texto y la música de Luis María Serra -que formaba parte de la banda sonora de Juan Moreira, la extraordinaria película de Leonardo Favio-, no tenía nada que envidiarle a lo que veía en Buenos Aires. Salí muy emocionado.

Hace unos días asistí a otra representación del Teatro del Guarán, desde hace varios años bajo la dirección de Ángel Quintela –hoy devenido maestro de actores-, se trató de “La Polaquita, guaynita rubia tataré”, obra escrita, interpretada y dirigida por María Esther Aguirre que se representó en la Biblioteca Popular José R. Mariño.

Llegué temprano y mientras esperaba que comenzara la función, me dediqué a recorrer la biblioteca, así me enteré de la existencia de lo que se llama “Espacio Cultural Mariño”.

Pasaron 42 años de aquella otra representación y nuevamente quedé deslumbrado  y muy emocionado.

Me imagino lo difícil que debe ser escribir, interpretar y dirigir una obra de teatro, más aún un unipersonal, pero Aguirre, con un gran desempeño actoral, logra darle cuerpo y alma a los personajes que van surgiendo a partir de la evocación de la Polaquita, los que construyen un universo frágil, atrapante y sencillo, en donde se encuentra la inocencia, la ternura, el dolor y el engaño. 

La obra es un drama pero no hay golpes bajos ni palabras altisonantes, todo se dice más desde un lugar de enunciación que el del duro enunciado, ya que recurre a la elipsis para transitar los momentos dramáticos. 

La obra está inspirada en recuerdos de la infancia de Aguirre en su Loreto natal, los cuales están construidos de un modo que evitan el simple pintoresquismo, pese a evidentes signos de localismos -como un breve monólogo en guaraní y por los chamamés que entona muy afinadamente a capella entre las diferentes escenas- al introducir sutiles críticas a la sociedad de entonces y lo hace de un modo que los vuelve universales. El resultado es una obra inteligente que te deja un sabor dulce que te acompaña por varios días y al que uno quiere volver a degustar.

¿Por qué sigue sucediendo algo así en el teatro de Corrientes? 

Como soy de una sensibilidad más afín al cine, a la literatura y a la música, a mi entender la clave para responder a esta pregunta está en el concepto de red cultural, pensando en la cultura como algo amplio, dinámico y que va más allá de lo académico tradicional. 

El Teatro del Guarán junto a otros elencos de formación de actores ya forman parte de la rica historia del teatro de Corrientes –tema que no es el propósito de esta reseña– los cuales no cejan, desde hace muchos años, en su infatigable tarea de trajinar su pasión por el teatro en diversas salas de la ciudad, que los vincula con elencos de otras provincias del NEA y que participan, con premios, en las fiestas provinciales o nacionales de teatro. 

Es una actividad que básicamente se autofinancia pero que cuenta con la posibilidad de solicitar los subsidios que otorga el Instituto Nacional del Teatro a la actividad teatral de toda la provincia –y que abarca a todo el país- con fondos a los que se pueden acceder siguiendo un protocolo que exige una selección por un jurado. También son muy importantes los subsidios nacionales que reciben las salas de teatro, entre ellas la sala de la Biblioteca Mariño.

Fue el Teatro del Guarán, como grupo independiente, el que tomó la iniciativa y cimentó sus actividades en la antigua y pequeña sala que había en la Mariño, logrando que una biblioteca ofreciera de forma constante otra actividad cultural, además de las propias de lectura de libros, lo que se transformó en una política cultural de la Biblioteca y así nació su Espacio Cultural Mariño. 

Los días lunes funciona, desde hace mucho tiempo, el Cine debate, que es una actividad coordinada por Juan Ramón Díaz Colodrero en la cual se proyecta, ante una nutrida cantidad de público, una cuidada selección de películas, con debate posterior a la función. Durante los otros días de la semana funcionan talleres de lectura, de formación actoral y de otras disciplinas.

El inmenso y arbolado patio de la Biblioteca es también un escenario. Allí se hacen diferentes exposiciones artísticas, entre las que hay que destacar las que proponen el movimiento LGBIT+ y recientemente se ha inaugurado una galería de arte que se llama El vivero.

En ese patio también se realizan ferias y se presentan los viernes y domingos diferentes bandas de rock, blues y chamamé, una movida musical de lo que bien puede llamarse el under musical correntino, las que son acompañadas por una importante cantidad de fieles seguidores, quienes disfrutan de los recitales mientras degustan de bebidas y de diversas comidas del bar que funciona el patio.

Para desplegar todas estas actividades da la Biblioteca Popular Mariño son fundamentales los subsidios de la CONABIP. También recibe aportes del Instituto de Cultura de la Provincia de Corrientes y de lo que recauda por las cuotas de sus socios y de los porcentajes que recibe de las actividades aranceladas que se desarrollan en su ámbito. 

Lo importante es el sostenimiento de su política cultural, mantenida por la actual Comisión Directiva, presidida por José Luis Acevedo, que ha transformado a partir del teatro a la Biblioteca Popular Mariño en uno de los centros culturales de referencia de la ciudad, lugar que ocupa junto a otros centros y entidades, tan distintos como el Flotante Cultural Siete Corrientes, el Teatro de la Ciudad, el Teatro Juan de Vera, la recientemente inaugurada sala del Teatro Vocacional Corrientes, el CCU de la UNNE, más grupos independientes como La trastienda, Bambalinas, Marabunta y otros. 

Es una trama  ciudadana  a la que hay que sumar las actividades de los museos, cines, librerías, editoriales, presentaciones de libros de escritores correntinos, la difusión de los diarios en papel y en formato digital, los sitios web,  programas de radio y de TV, más los filmes, videos y discos de realizadores y bandas locales que difunden sus productos en distintos formatos en las redes sociales; los talleres independientes de música, danzas, escritura, cine, fotografía y plástica, como así también los grandes eventos, como la feria del Libro, el Taraguí Rock, el Festival Blues en el Río, la fiesta del Chamamé y el carnaval.

Este es, en resumida –y seguramente incompleta-  síntesis, el panorama teatral actual y la atmósfera cultural en la que se desarrolla, tan diferente al de 42 años atrás, y que habla que la vida  de la ciudad de Corrientes ha cambiado, se ha complejizado, se ha enriquecido. 

Hoy conviven la cultura de lo tradicional con la de los nuevos paradigmas, los que aportan sus cuestionamientos estéticos, y que es la tendencia por donde hay que transitar, los cuales surgen de esta imprescindible red cultural que tanto nos ha costado construir y a la que hay que enriquecer aún más –y que me permiten soñar con una escuela de arte dramático y una escuela de cine -, donde proliferen bares para la difusión de las expresiones del under, en un intento por hacer una ciudad más inclusiva, más diversa y por lo tanto más justa.  

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