Por Coco Ramón para CDT – La situación institucional y deportiva de Boca Juniors atraviesa uno de los momentos más críticos de los últimos años. A pesar del peso simbólico que representa Juan Román Riquelme en la historia del club, su rol como dirigente principal parece haber quedado desbordado ante una realidad que exige más gestión y menos nostalgia.
En apenas una semana, el club debió afrontar conflictos internos en el plantel, decisiones erráticas en el mercado de pases, versiones cruzadas sobre la continuidad del cuerpo técnico, y crecientes reclamos de socios que no se sienten escuchados. Todo esto, mientras el equipo no encuentra un rumbo futbolístico claro y la presión popular se hace sentir en cada rincón de La Bombonera.
La falta de un plan integral, la improvisación constante y la centralización de las decisiones en un solo nombre están llevando a Boca a una crisis total, donde ni los resultados ni la identidad parecen sostenerse. La mística ya no alcanza, y Riquelme, ídolo eterno, hoy enfrenta el mayor desafío de su vida en azul y oro: demostrar que también sabe conducir un gigante como Boca fuera del campo de juego.