(Corresponsalia Buenos Aires) – Con el inicio de la Copa de la Liga Profesional arranca otro semestre de un fútbol cuya organización es año tras año más cuestionable.
No es una continuación del anterior. No sé engañe. El partido jugado en Córdoba el pasado jueves entre Belgrano y Estudiantes dió el puntapié inicial a otro campeonato, con otro formato y distintos cruces. Copa de la Liga, Supercopa de la Liga, Recopa de la Liga, Liga Profesional, Torneo Final, Torneo Inicial, Torneo Clausura, Torneo Apertura, 20 equipos, 30, 27, 25, 2 descensos, 4, ninguno. Mientras más trata uno de entender esta espeluznante cantidad de mutaciones en la organización más se confunde y deja de saber adónde está parado.
Así es como lo impredecible, lo anárquico y lo arbitrario se termina volviendo moneda corriente. Por eso no debería extrañarnos si mañana cancelan otro descenso o si deciden agregar 10 equipos más a la primera división. El negocio todo lo puede. Los tiempos se acortan y los jugadores deben estar en cancha todos los días que sea posible. Y es que comprendamos que la televisión y las grandes cadenas de deportes necesitan estar transmitiendo en vivo todo el tiempo. Una semana sin fútbol ya es una pérdida. Imagínense un mes. En esta realidad cuasi distópica no importa si a un equipo grande se le rompen diez jugadores o si vende siete y su calidad baja, solo importa que estén jugando y entreteniendo de alguna manera a las masas.
Por eso si usted está leyendo esto sepa que mientras que lo está haciendo ya hay un partido en marcha o a punto de comenzar. Solo basta con que prenda su televisión y lo vea por usted mismo.