El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) informó que en abril una familia tipo necesitó más de 966 mil pesos para no caer por debajo de la línea de pobreza en Corrientes. La directora del organismo, Silvana Lagraña, alertó sobre el impacto de la pérdida del poder adquisitivo y los aumentos persistentes en alimentos esenciales.
A través del informe número 99 del Índice Barrial de Precios (IBP), el ISEPCi relevó los precios de 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) en comercios de cercanía de la capital correntina y localidades como Empedrado, Santa Rosa, Curuzú Cuatiá, Goya y Monte Caseros. Los datos reflejan que una familia de cuatro integrantes necesitó $966.000 para superar la línea de pobreza y $423.000 para no caer en la indigencia.
“Si bien la inflación muestra una desaceleración en términos generales, esto no se traduce en mejoras reales en la economía familiar”, explicó Silvana Lagraña en diálogo con LT7. Según la referente del ISEPCi, el principal problema está en el deterioro de los ingresos: “Jubilaciones, salarios y otras transferencias han perdido valor desde el año pasado y las paritarias siguen quedando muy por debajo del costo de vida”.
El informe destaca además un aumento sostenido en productos clave para la alimentación. “Este mes el rubro carnicería fue el que más subió, con incrementos del 7,79% en promedio. Pero hay cortes populares que aumentaron mucho más: la paleta y el hígado subieron un 16%, el pollo más de un 10% y la carne picada casi un 8%”, detalló Lagraña. “Son productos esenciales y, a pesar del descenso de la inflación, siguen aumentando”.
Una de las situaciones que más preocupan al instituto es que muchas familias recurren al endeudamiento para comprar alimentos. “Hay quienes terminan pagando en cuotas, con intereses, productos que se consumen en el día. Eso refleja el nivel de gravedad que atraviesa la economía doméstica. Ya no se trata solo de llegar a fin de mes, sino de cómo pagar deudas acumuladas por gastos básicos”, subrayó.
Respecto a la forma en que se mide la inflación, Lagraña expresó dudas sobre la representatividad de los indicadores oficiales y planteó la necesidad de revisar las metodologías. “No alcanza con mostrar una baja en los índices generales si no se contempla lo que realmente afecta a las familias: servicios como internet, por ejemplo, siguen sin ser parte de la medición oficial, mientras que otras prestaciones que casi no se usan aún se consideran”, sostuvo.
El trabajo del ISEPCi se realiza con una metodología de investigación-acción participativa, que involucra activamente a referentes comunitarios. “Son personas comprometidas que hacen este trabajo con mucha responsabilidad. No solo reflejamos lo que pasa, también queremos aportar propuestas para resolverlo”, agregó Lagraña. El relevamiento incluye precios de almacenes, carnicerías, verdulerías y supermercados, siempre sobre los productos más baratos, sin considerar ofertas ni compras mayoristas.
Finalmente, la titular del ISEPCi remarcó que en las localidades del interior los productos tienden a ser más caros que en la capital, con diferencias significativas entre una zona y otra.
“El costo de vida sigue subiendo y los salarios no acompañan. Eso nos deja frente a una situación insostenible para miles de familias trabajadoras, jubiladas o con ingresos informales”, concluyó.