Cirugías y una lucha desesperada contra el paso del tiempo: cómo Courteney Cox dijo basta y empezó a disfrutar

A los 59, la eterna Monica Geller de Friends se bajó de la carrera contra el envejecimiento: “Hay una presión para mantener la imagen que no depende solo de la fama, es sólo por ser mujer”. Le puso la voz y el cuerpo en Hollywood a cuestiones que atraviesan al género, mientras la realidad se cruzaba con la ficción

Cuando hace unos meses descubrió su estrella en el Hall de la Fama de Hollywood, Courteney Cox le dijo a Variety que nada en su vida podía hacer imaginable una carrera que la llevó a estar siete veces nominada al SAG como Mejor Actriz de Comedia y la convirtió en una de las figuras mejor pagas de la industria con su papel de Monica Geller en Friends: creció en Alabama, donde todos eran “obreros siderúrgicos o médicos”, y no sabía nada del show business.

Por eso, el comercial que la hizo conocida en 1985 como la cara de una marca de tampones y la convirtió en la primera chica que dijo la palabra “período” en la televisión americana, horrorizó a sus ex compañeras de la tradicional secundaria sureña de Mountain Brook. Era el comienzo de un camino donde, tal vez sin proponérselo, iba a visibilizar muchas veces las cuestiones cruciales que atraviesan la vida de las mujeres.

Por entonces tenía 20 años, había dejado arquitectura, y había llegado a Nueva York de la mano de su novio, el representante de bandas y sobrino de su padrastro Ian Copeland, que además de darle un lugar en su compañía, le sugirió que trabajara como modelo y actriz. No le costó demasiado: enseguida consiguió un contrato con Ford Models, una de las agencias de talentos más importantes de la época. “Me inventaron de nuevo: tomaron la frescura de Alabama y la cambiaron por completo —dijeron que había nacido en Kentucky y que mi apellido sería Myles–. ¡Ni sé por qué! Pero nunca pensé que eso iba a derivar en una carrera que amo y de la que aprendí tanto, de la que sigo aprendiendo y aprendiendo”, le dijo a Variety a fines de febrero.

Cox había nacido en una familia acomodada como la menor de los cuatro hijos del empresario Richard Cox y Courteney Bass y tenía diez años cuando sus padres se divorciaron, en 1974. CeCe, como la bautizaron mientras crecía como la líder de las porristas y la reina del baile de graduación, tuvo que acostumbrarse a ser la del medio: sus padres tuvieron nueve hijos más con sus nuevas parejas. Mientras Richard Cox se mudó a Florida, su madre se casó con el empresario y financista Hunter Copeland, y Courteney pasó su adolescencia con ellos en Birmingham, uno de los suburbios más ricos y conservadores de los Estados Unidos. Fue criada para ser una perfecta dama sureña: con acceso a los clubs más prestigiosos y su belleza como mejor carta de presentación.

No fue tan fácil torcer ese destino: en sus comienzos, su origen resultaba un inconveniente para sus pretensiones actorales. Pasó meses tomando clases de locución para dejar atrás su acento aunque en la primera aparición pública por la que llamó la atención ni siquiera tuvo que hablar. Fue para el video de la canción Dancing in the dark, que Bruce Springsteen grabó en 1984, y que sería premiado en los MTV Video Awards del año siguiente. Se dice que, durante el rodaje, el músico al que le señalaron que debía elegir a Cox entre el público, no supo que ella era una actriz hasta terminar de grabar. Ella, que iba a ganar fortunas, cobró solo US$350 por subir a bailar con Springsteen al escenario lookeada como una fan de pelo cortísimo y musculosa rockera con estampa de su supuesto ídolo.

Pero el verdadero llamado –ya con su nombre y apellido reales– llegó cuando consiguió un rol fijo como la novia de Michael J Fox en la serie Family Ties, entre el 87 y el 89. Fue el momento en el que se decidió a pasar definitivamente a la actuación. Había aprovechado lo que ganaba como modelo para pagarse las clases de teatro y consiguió papeles en películas como Amos del Universo (1987) y Cocoon (1988). “Estaba tan nerviosa –dijo sobre su papel en Family Ties–. Es tan difícil entrar en un show exitoso. Y yo no era estrella invitada, tenía un personaje recurrente, ¡pero cada vez me sentía como si empezara de cero! Estar en una tira con Michael J. Fox fue la mejor lección de actuación y comedia que vi jamás. El podía tomar una sola línea de texto, romperla en tres partes distintas y conseguir tres carcajadas enormes. Es un maestro y fue una gran experiencia, ¡y yo me moría de nervios”.

Estaba por terminar su participación en la serie emblema de los 80 cuando le comentó a un amigo que le había encantado el trabajo de Michael Keaton en Clean and Sober (1988), con el que daba un giro a su carrera como comediante. Ese amigo hizo de celestino y les arregló una primera cita en casa de Cox que, según le contó a People, pasaría cinco horas con el actor de Batman sin parar de hablar “sobre las casas de nuestros sueños, las más grandes que habíamos visto y las que nos gustaría construir nosotros mismos”. Estuvieron juntos por casi seis años.

Y aunque ese amor llegó a su fin, su pasión por la arquitectura siempre se mantuvo intacta: si bien abandonó la facultad muy temprano, el diseño es hasta hoy uno de los mayores y más lucrativos hobbies de CeCe, que invirtió buena parte de la fortuna que ganó gracias a su papel de Monica en Friends en comprar, renovar y revender casas. Cox, que, al igual que sus ex compañeros de elenco, llegó a ganar US$1 millón por capítulo de la sitcom, es hoy la segunda más rica del grupo después de Jennifer Aniston, con $150 millones. Parte de esos ingresos provienen de sus inversiones en propiedades que recicla: es conocida por su buen ojo para transformar piezas de arquitectura clásica con toques actuales. Un gusto que compartía con Keaton: el primer regalo que le hizo él fue la mansión a la que se mudaron, en Santa Monica.

La ruptura fue al comienzo de la segunda temporada de Friends, en 1995. Como contó en la reunión de 2020 por los 17 años del último capítulo de la serie de Marta Kauffman, David Crane y Kevin Bright, en la audición original, a Courteney, de entonces 27, le ofrecieron el personaje de Rachel Green. La historia es conocida: el papel fue para quien pronto se convertiría en su mejor amiga dentro y fuera de la ficción: Jennifer Aniston; Cox había pedido a los productores que la dejaran hacer de Monica porque se sentía mucho más identificada con el papel. Fanática del orden y la limpieza, y cocinera aficionada como su alter ego, suele bromear con sus seguidores de Instagram al respecto: “Decime que sos Monica sin decirme que sos Monica. Yo voy primero”. Entonces pasa a mostrar la milimétrica organización de la cocina de su casa de Malibú, incluyendo un cajón en el que hay un lugar exacto para cada utensilio y otro para las especias. “Sí, ya lo sé”, acepta en total sintonía con la eterna Mon.

Comentarios de Facebook