Por Milagros Sabao
Fabiana Apezteguía es Licenciada en Comunicación Social, coordina la prensa del Superior Tribunal de Justicia de Corrientes, trabaja para la adopción de adolescentes y escribió el libro “Sin tu latido (Aprendiendo a vivir tras la partida de un hijo)” para recordar a su hijo Bautista que falleció a los 20 años al caer de un 5to piso.
-Buenos días Fabiana, gracias por la predisposición. Contanos un poco del surgimiento de tu libro.
Buenos días Milagros, mi libro se publicó hace un poco más de tres años y surge un tiempo después de que mi hijo Juan Bautista falleció. Yo siempre me dedique a escribir y al principio canalizaba mi angustia escribiendo, en ese momento no lo veía como un libro sino como un medio para tratar de sacar toda la angustia que tenia adentro. Después de un tiempo fui a las reuniones de “Renacer” y luego me empecé a conectar a través de Zoom a raíz de que vino la pandemia, Bauti falleció el 24 de enero del 2020 y en marzo se decretó el aislamiento obligatorio, entonces me empecé a conectar a muchas reuniones del grupo Renacer en el cual hoy integro y somos los padres que enfrentamos la muerte de nuestros hijos.
Necesitaba hacer algo para ayudar a las personas que pasaban por lo mismo que pase yo, entonces ahí decidí escribir un libro para poder ayudar a esos padres, el libro habla de mi primer año después de la muerte de Bauti. En el primer mes hablo de la perdida, en el segundo mes hablo de la culpa y así atravieso las distintas partes del duelo y tomo las etapas del duelo de Elisabeth Kübler Ross, es una Psiquiatra y habla que el duelo tiene 5 etapas:
La primera es la negación, decir esto no pasó o no me puede estar pasando a mí, eso pasa mucho en los padres que perdemos hijos en accidentes o de forma instantánea. La otra etapa es la ira, cuando nos enojamos con alguien, la vida o Dios, incluso hay padres que se enojan mucho con el hijo que falleció porque no se cuido lo suficiente o porque hizo cosas que no debía. Luego viene la etapa de negociación, que eso se da más en los padres que tienen hijos que están enfermos, en el cual uno dice que si el hijo se cura promete algo a cambio. Después la etapa de la depresión, finalmente cuando nos damos cuenta que ese hijo ya no va a volver y es donde entran los llantos y las lamentaciones de los proyectos que yo tenía y no pude cumplir, y por último la etapa de la aceptación, son los últimos capítulos del libro en el cual yo cuento que mi etapa de aceptación vino después que descubrí que no iba a dejar de sufrir, pero si podía encontrar un sentido a mi sufrimiento y ese sentido al sufrimiento era escribir ese libro para ayudar a otros padres que sufren.
-Entonces, ¿podemos decir que escribir el libro fue tu medio para transformar ese dolor en amor?
¡Exacto! Los padres que perdemos hijos siempre vamos a extrañarlos y es lógico porque son parte de nosotros, pero podemos transformar el profundo dolor en amor y ese mismo amor no puede quedar guardado en nosotros, es lo que decimos en el grupo Renacer, si bien mi forma de canalizarlo fue la escritura, otros padres lo hacen a través de una llamada a otro papá que está mal o ir a buscarlo en la casa y tomar unos mates. Cada padre que está en el grupo Renacer trata de ayudar de la forma que puede, la mía fue escribiendo este libro.
¿Sentiste que con tu libro ayudaste a varios padres que pasaron por lo mismo?
Si y que buena pregunta, porque en realidad yo siento que yo no ayudo a ningún padre sino que es Bautista el que a través del libro y las palabras que uno le pueda dar, sigue ayudando en el presente. Pero obviamente que sí, y que con cada nota que sale publicada o cada cosa que tiene repercusión, más padres se acercan y tienen acceso al libro que esta gratuitamente en internet y a los que no pueden bajarlo yo se los facilito para que todos los lean.
-Mencionaste en varias oportunidades el grupo Renacer, ¿Cómo conociste?
A los cuatro días que murió Bautista yo no me podía ni levantar de la cama, entonces empecé a googlear “Padres que perdieron hijos” y ahí me salta el grupo Renacer con las direcciones y mire que no había en Corrientes ni en Resistencia, solamente en Buenos Aires. La virtualidad ahí no estaba de moda como ahora, yo le comento esto a mi hermana y me dice para ir, le dije que no tenía ganas ni para ir al baño, ¿cómo iba a ir a Buenos Aires hasta donde se encontraba el grupo? Luego, decidí ir al primero que era en Avellaneda.
Fui el 14 de febrero y me acuerdo que entré y no paraba de llorar contando mi historia, ahí pasaron dos cosas, el abrazo que me dio Edu uno de los que se encarga del grupo Renacer y después, la esposa de él que se llama Moni, ellos están jubilados y se dedican realmente al grupo, siempre mandan mensajes, saben cuándo murió cada hijo o el cumpleaños, de verdad son unos genios. Moni me dijo muchas cosas que me hicieron sentir bien, como por ejemplo no hacer nada que nos haga mal, como mirar las fotos de mi hijo Bauti que yo lo hacía pero porque sentía la necesidad de hacerlo, sentía que me iba a olvidar de mi hijo, yo me obligaba a hacer cosas que me hacía mal y ella me dijo que ya me había pasado lo peor que me podía pasar y que no busque estar peor, si me hacía mal mirar las fotos que no lo haga. Además, me dijo que iba a tardar un tiempo para llevar a mi hijo de la mente al corazón, y así varias cosas que a mí me sirvieron muchísimo.
Luego para mi suerte vino la pandemia, porque yo no iba a poder viajar siempre a Buenos Aires y antes de eso no existía la virtualidad, el tema del zoom surge con la pandemia, entonces de ahí yo me conectaba todo el día a todos los grupos hasta el de Colombia, porque el grupo Renacer existe en todo el mundo, me conectaba a todos porque necesitaba que se me vaya la angustia y en mi mente decía que si me conectaba a más reuniones se me iba a ir más rápido. Durante varios meses lo único que a mi me daba algo de paz era eso y leer, después toda esa experiencia de cada testimonio que yo escuché y los libros que leí fueron a “Sin tu latido”.
-Además del grupo Renacer, ¿Quién te ayudo a salir adelante y afrontar lo sucedido?
Mi psicóloga que fue Nadia, mis familiares, amigos y el que más me ayudó fue mi hijo Hipólito, si no fuera por él yo no sé que hubiera hecho. Como familia es algo horrible lo que pasó y siempre estuvimos unidos, es fuerte y muy difícil. Nunca hubo peleas ni tampoco se echaron culpas, entendimos que fue un accidente y lo que nos tocó, yo siempre entendí que echar culpa no servía de nada y Bautista lo que menos iba a querer era que se le eche la culpa a alguien, entonces transitamos en paz, fue la peor situación que podía pasar pero nunca hubo divisiones ni peleas.
-¿Cómo era Bautista y tu relación con él?
Bauti era un chico súper inteligente al igual que mi hijo Hipólito, él era más introvertido, mi hijo Hipólito es un aparato. Bauti era muy buen amigo, lo adoraban y era totalmente desinteresado, el regalaba y daba todo, siempre fue muy buen alumno y como conté en una entrevista hace poco, a él lo tuve muy joven y siento que crecimos juntos que eso no me pasa con Hipólito, a él ya lo tuve de más grande.
Una cosa que tenía Bautista era que el se autocastigaba solo, cuando hacía algo reconocía y me esperaba para contarme y decir que no iba a mirar por un mes la televisión o cosas así. El era todo lo que estaba bien, siempre fue bueno, generoso, todos los amigos lo recuerdan con amor y por eso yo me sentí en la obligación de que siga presente de alguna manera, una de las cosas que más me hacía ruido cuando murió era que se olviden de él, el miedo al olvido. Si nos ponemos a pensar, ¿Cuántas generaciones nos van a recordar a nosotros? Dos como mucho, y con este libro yo siento que de alguna manera el día que yo no esté, él va a seguir estando.
-¿Tenes pensado sacar otro libro?
No estaba en mis planes pero hoy justamente estuve pensando en eso, yo escribí dos libros más, son infantiles pero era para Hipólito y ahora me dio ganas de hacer otro.
-¿Qué mensaje le darías a los padres que transitan ese duelo?
Mi mensaje es que si bien nuestros hijos no están más en este plano y no sabemos si están en otro, nosotros los padres vamos a seguir siendo padres de esos hijos, entonces para mi esa es nuestra gran responsabilidad, que esos hijos sigan dando amor, es muy difícil tomarlo de esta forma porque siempre digo que lo más fácil es culpar a todo el mundo, estar mal y tristes, porque para eso no hay que hacer ningún esfuerzo porque es lo natural.
El esfuerzo es tratar de levantarse de ese dolor, tratar de tener una vida en homenaje a ellos y para mí la mejor manera de honrarlos es ayudando a otras personas que pasan por lo mismo.
-¡Muchas gracias Fabiana!