El brindis en el cementerio de Darwin salió por motu proprio de los excombatientes, luego de visitar a sus camaradas caídos. Nuestros héroes continúan custodiando el territorio desde 1982.
Esto lo comenzaron a expresar el viernes luego de visitar las tumbas de los excombatientes que quedaron en Malvinas.
Cuenta la historia que los excombatientes argentinos se encontraban enterrados en fosas comunes cerca de Darwin y otros en el cementerio que Puerto Argentino tiene sobre la avenida Ross -que bordea la bahía de Stanley.
Por reclamo de los isleños -que no querían tener los restos de los argentinos-, surgió la posibilidad de construir un cementerio exclusivo para soldados de nuestra nacionalidad.
Así surgieron las conversaciones diplomáticas para que se levante el emblemático campo santo. La comisión de familiares de caídos en la de 1982, fue clave para que hoy sea una realidad. En el ingreso, se encuentra una placa que dice: “Este cementerio militar argentino fue construido por la Comisión de Familiares de Caídos en la guerra de 1982, que tiene su propiedad, una compañía de las islas está contratada para su mantenimiento”.
De acuerdo a los datos que pudo obtener época, un empresario de la excompañía Aeropuertos Argentina 2000 realizó un aporte importante de dinero para la construcción. Fueron los arquitectos Mónica Adela Cordero de Berraz y Carlos Antonio Daprile, quienes dirigieron la obra. Allí descansan los restos de 649 argentinos y se estima que 54 son correntinos.
La delegación correntina, el pasado viernes, decidió llegar a Darwin con un homenaje particular. Con los permisos correspondientes, pudo brindar levantando un vaso de vino. Es que como dice la letra del Padre Zini e interpretada por Los de Imaguaré, el vino libera al hombre. Y sí, a los doce correntinos que despidieron a sus camaradas, una liberación y manto de amistad para los que quedaron custodiando el suelo en Malvinas.
Fue así que Rodolfo Duette, Cesar Esquivel, Francisco Gómez, Mario Sánchez, Alfredo Silvero, Walter Villalva, Martín Sosa, León Pérez, Raúl Quintana, Orlando Arreguín, Héctor Diaz y Ángel Flores levantaron sus vasos para que quede plasmado como el brindis más importante de sus vidas.

Fortaleza y coraje
Héctor Diaz cumplió funciones en el Regimiento de Infantería 12 que estaba ubicado en Mercedes. Justamente en esta ciudad, nació el protagonista de esta increíble historia.
De acuerdo a su relato, el 26 de abril, comenzaron los ataques aéreos de los ingleses y la tropa en la que se encontraba. El 29 de mayo se rindieron y fueron llevados prisiones en Ganso Verde.
Por pedido de los ingleses, él y otro soldado fueron llevados a un sector cercano a lo que hoy es el cementerio de Darwin para enterrar en fosas comunes a unos 35 camaradas.
De acuerdo a su relato debían envolverlos en pilotines, sacarle la chapita identificatoria -era de metal-, partirlas al medio, ya que tenía una línea de puntos que facilitaba una rápida ruptura e introducirlas debajo de la lengua de sus compatriotas.
Todo ese recuerdo lo llevó y lo lleva guardado en su memoria, pero muchos desconocen hasta hoy esa historia.
“Tardé 35 años para comenzar a contar algunas cosas de la guerra. Después del 82 me costaba porque nos trataban como los loquitos de la guerra”, dijo Díaz a época.
El clic se dio cuando en el aniversario 35 de la guerra, el Municipio de Mercedes decidió brindarle un homenaje a las madres de los excombatientes.
“No pude negar. Es mi madre y pese a que me costó fui al acto. A partir de allí comencé una etapa nueva y hasta me animé a escribir un libro. Con este viaje creo que también vendrá una etapa de sanación, pero considero que las cicatrices de la guerra quedarán para siempre”, concluyó el hombre nacido en Mercedes.