El Concejo Deliberante aprobó una resolución que solicita al Ejecutivo que concrete un relevamiento de los carros, la cantidad y el estado de los caballos que son utilizados, y las familias que viven de esa actividad. Es una temática recurrente en el HCD en los últimos 18 años.
La temática de los carreros volvió a la palestra en la ciudad de Corrientes. Es que en la última sesión del Concejo Deliberante fue aprobada una resolución que requiere al Departamento Ejecutivo Municipal (DEM) que realice el empadronamiento de familias que utilizan la tracción a sangre como medio de trabajo en esta capital, dando cumplimiento a lo establecido en ordenanzas vigentes.
El expediente fue presentado por el bloque de ediles opositores y contó con el acompañamiento del oficialismo. En los considerandos de la normativa se especifica que “se precisa un relevamiento de los carros de tracción a sangre, la cantidad y el estado de los caballos que son empleados y las familias que viven de esta actividad, en el marco de un operativo integral que abarque cuestiones viales, de zoonosis y políticas sociales del sector, con el fin de evaluar alternativas y soluciones para mitigar las problemáticas de exclusión social y maltrato animal”.
El texto de la resolución sancionada cita y recuerda que “la Ordenanza N°4.262 establece que todo vehículo de tracción a sangre deberá estar empadronado en un registro que para tal efecto habilitará la Municipalidad de la Ciudad de Corrientes, sin costo de ninguna naturaleza para los propietarios”.
En esa tesitura se debe tener en cuenta también que la Resolución 148/21 del Concejo Deliberante solicitó -el año pasado- la realización del empadronamiento y según lo explicitado al respecto por el bloque del Frente de Todos, tras esa solicitud llegó como lacónica respuesta de la Subsecretaría de Tránsito y Movilidad Urbana que “no se cuenta con lo requerido”.
Haciendo memoria
El problema no es nuevo y en los últimos 18 años ya motorizó varios enfoques y políticas municipales a fin de “ponerle el cascabel al gato” a los rústicos carritos empujados por caballos, que muchas veces son el único sustento de familias de indigentes que se ganan unos “mangos” transportando arena, tierra, escombros y cualquier tipo de material que quepa en la cajuela de esos rodados de un solo eje.
Por caso, en los primeros años del siglo se aprobó una ordenanza que obligaba -al menos en el papel- a que todos los carros que circulan por la ciudad tengan que estar pintados de blanco, inscriptos en un padrón y con un número tipo chapa-patente.
Más acá en el tiempo, durante la gestión municipal encabezada por Carlos Espínola (2009-2013), se anunció y presentó un rimbombante proyecto para erradicar la tracción a sangre, en una suerte de “canje” de los tradicionales carritos por motocargas o “zootropos”. Según crónicas de esa época, fueron entregados sólo 25 motocargas, para un universo de más de 500 familias de carrero.
Esa iniciativa resultó anecdótica, lejos estuvo de generar los cambios esperados y hubo cuestionamientos acerca del proceso de licitación para su compra.
En los últimos años, se dieron operativos de secuestro de caballos que generaron movilizaciones por parte de los carreros, que en más de una ocasión bloquearon calles céntricas denunciando persecución laboral.
“Hay que tomar este tema con seriedad y dureza”
El médico veterinario Carlos Alonso, quien fue viceintedente de la ciudad entre los años 2001-2005 y otrora también tuvo una banca en el Concejo Deliberante, fue consultado por época acerca de la vieja problemática de los carros de tracción a sangre en esta capital.
En primer término, expresó a modo explicativo que “la tracción a sangre es una consecuencia de la pobreza y representa para muchas personas un servicio de transporte de cargas más barato que el que brindan los camiones. Detrás de ello hay todo un trasfondo que comprende problemáticas tales como la falta de trabajo, el maltrato animal y la explotación infantil”.
Con ese rigor, amplió que “entre los años 2005 y 2009 había en esta ciudad más de mil caballos utilizados para mover unos 500 carros. No se hoy día cuántos serán pero pienso que esta problemática no se está tomando con la seriedad que requiere, con la dureza que amerita encarar un tema así. Las normativas no están mal pero son sólo parches”.
De igual modo, Alonso profundizó en sus conceptos y estimó que en esta capital hay que erradicar la tracción a sangre, como lo fijó este año la vecina ciudad de Resistencia.
No obstante, aseveró que “para sacar a los caballos de las calles hay que hacer un gran trabajo previo para evaluar cuál va a ser la marcha de la vida de aquella persona que trabajaba con un carro”.
A párrafo seguido, esbozó que “hay que buscar un método de tipo coorporativo que agrupe a los carreros para que sigan trabajando con otros móviles”.