Por pedido de Javier Milei, la representación argentina se retiró de la conferencia que se lleva adelante en Azerbaiyán. Los ojos puestos en la política de Trump sobre el cambio climático.
La decisión de Javier Milei de retirar a la delegación argentina de la COP29, la principal cumbre de cambio climático de la ONU, volvió a generar preocupación e incertidumbre entre los principales aliados internacionales por la posición que adoptará la Argentina de aquí en adelante sobre temas trascendentales en la agenda global, como son las políticas para afrontar la crisis producto del cambio climático.
“Es una decisión que no tiene antecedentes, aparenta una decisión extrema porque no había sido comunicada. Va a implicar un aislamiento internacional de la Argentina en donde no lo debería tener. Porque el cambio climático existe, va a seguir insistiendo y la negociación internacional va a seguir avanzando sin que la Argentina pueda plantear sus cuestiones. Es una mala estrategia”, analizó Andrés Nápoli, director de la Fundación Recursos Naturales (FARN), organización que sigue de cerca y participa de la COP29.
De la cumbre en Bakú, la capital de Azerbaiyán, habían participado en representación de la Argentina a la embajadora ante aquel país, Mariángeles Bellusci, funcionarios de la subsecretaría de Ambiente de la Nación -dependiente de Jefatura de Gabinete-, y diplomáticos de la Dirección de Asuntos Ambientales de la Cancillería.
Era, a fin de cuentas, una delegación de bajo nivel. Ninguno de los principales funcionarios habían sido autorizados para llegar hasta el Cáucaso Sur. Ni siquiera lo hicieron aquellas personas como la subsecretaría de Ambiente, Ana Lamas, que representaron a la Argentina en los encuentros previos a la COP29, donde también participan algunos de los líderes de todo el mundo. Javier Milei nunca tuvo en los planes ir.
Según confirmó una fuente de la secretaría de Turismo, Deportes y Ambiente, el único objetivo de la comitiva era informarse sobre cómo elaborar los informes de transparencia que deben presentar todos los participantes de la cumbre. Ahí deben dar cuenta de los esfuerzos que vienen haciendo para bajar las emisiones de efecto invernadero. También formar parte de los grupos de negociación de los que participa el país históricamente y que presiona de manera unificada: el Grupo77 + China y el que integra con Uruguay, Paraguay, Chile y Brasil.
Distintas fuentes diplomáticas confirmaron ante lo que viene gestándose en los últimos meses: la preocupación porque la Argentina abandone por completo la agenda ambiental para plegarse a lo que se presume será la posición de la nueva administración de Donald Trump.
Estos interrogantes ya se habían empezado a plantear en las principales capitales del mundo cuando en septiembre, previo a la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Argentina anunció que se “disociaba” del Pacto del Futuro. “Son un cúmulo de buenas intenciones, por lo menos deberían estar sentados en la mesa”, repetían distintos funcionarios desde el exterior.
El rechazo a la agenda ambiental responde a las restricciones que estos acuerdos conllevan. El propio Milei lo repitió una y otra vez: rechaza cualquier tipo de marco regulatorio que pueda darse a nivel nacional o internacional. Su idea de la libertad a nivel global fue la base de la amenaza que les hizo a los propios diplomáticos argentinos cuando los invitó a unirse a esa idea o “dar un paso al costado”.
A pesar de que este año se destacaba el ángulo del financiamiento que la COP29 de Bakú busca impulsar, las negociaciones durante esta cumbre siguen girando en torno a los compromisos asumidos en 2015 en el Acuerdo de París, donde los países firmantes se comprometieron a mantener el calentamiento global por debajo de 1,5° con respecto a los niveles pre industriales y reducir, para lograrlo, las emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros.
El reclamo histórico de los países menos desarrollados, del Cono Sur, como la Argentina, es que los países más desarrollados y los que más contribuyeron a la crisis climática aporten fondos. ¿El objetivo? Que los más pobres puedan hacer frente a los efectos del cambio climático como sequías, inundaciones o poderosos incendios. La Argentina podía beneficiarse de estos fondos.
“Lo que es en la cuestión regional, América Latina y el Caribe padecen como pocos el cambio climático, sequía, desertificación, cambios extremos y necesita respuestas en común. Esta decisión de la Argentina va a debilitar mucho el reclamo en la región. Además de que cierra las puertas al financiamiento climático internacional”, sumó Nápoli.
Ahora los ojos están puestos en ver cuál es la posición argentina y si el gobierno se retirará del Acuerdo de París y del Convenio Marco del Cambio Climático, más teniendo en cuenta que Donald Trump ya fue un gran crítico durante su primera administración al frente de la Casa Blanca y sacó a Estados Unidos del Acuerdo en 2020. En la Argentina debe ser el Congreso quien autorice la retirada a través una nueva ley. Por el momento, según confirmaron , esto no está en los planes.
Otro punto de incertidumbre es el vínculo entre la Argentina y Francia a partir de esta decisión. El presidente Emmanuel Macron visitará la Argentina el fin de semana y se reunirá con Javier Milei. Según confirmó el gobierno francés, Macron vendrá con un mensaje con fuerte impronta climática.
Según pudo recabar de empresas vinculadas al cambio climático con sede en distintos países del mundo, hay una fuerte expectativa global por ver cuál será la decisión de Donald Trump en su segundo mandato. Prácticamente todos desean que Estados Unidos no vuelva a retirarse, ya que vaciaría de influencia a los Acuerdos y alejaría al gigante norteamericano a cumplir con los compromisos que el mundo necesita.