La caída de Bashar al Assad redefine la geopolítica de la región. Cómo logrará sobrevivir una coalición heterogénea unida solo por el afán de derrocar a un régimen opresor.
El derrocamiento de Bashar al Assad terminó con 50 años de un régimen opresor en Siria, apuntalado por Rusia, Irán y su grupo aliado libanés Hezbollah. Pero su caída está acompañada por una enorme incógnita sobre el futuro del país tras la conquista del poder de una gran coalición islámica liderada por una milicia que hasta hace pocos años era el brazo armado del grupo terrorista Al Qaeda en la zona.
Las potencias occidentales, con Estados Unidos y la Unión Europea en primera línea, celebran el fin de la dinastía de los Assad, envalentonados por el fuerte golpe que significa este drástico giro geopolítico en Medio Oriente para Teherán y Moscú, aunque también dudan.
“La caída de Al Assad es un acto fundamental de justicia después de décadas de represión, pero también un momento de riesgo e incertidumbre” para Medio Oriente, resumió el presidente estadounidense, Joe Biden.
La gran incógnita es ahora cómo va a sobrevivir esta coalición heterogénea de grupos rebeldes apoyada por Turquía y, en ese caso, si necesitará de socios externos para subsistir de manera definitiva o circunstancial en un país donde conviven numeras facciones beligerantes con distintos objetivos, como los kurdos (que luchan por la independencia y reunificación del Kurdistán, hoy dividido entre varios países), las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) armadas por Washington y el debilitado grupo terrorista Estado Islámico, que llegó a conformar un Califato en vastas zonas de Siria e Irak hace un puñado de años.
Quiénes son los islamistas que tomaron el poder en Siria
La guerra civil siria estalló en 2011 y dejó medio millón de muertos, millones de desplazados y otros tantos refugiados en países vecinos, según estimaciones de distintas ONG. La emigración siria a Europa provocó un fenómeno con pocos precedentes por su envergadura.
Los rebeldes que tomaron el poder están encabezados por los islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS). Esta milicia mutó a través de un profundo lavado de cara. Hasta hace poco el grupo armado era conocido como el Frente Nusra, antiguo brazo militar de Al Qaeda y liderado por alias Abu Mohammed al Golani, de 42 años.
El jefe insurgente y cara visible de la revolución siria, acusado de violaciones a los derechos humanos, ha intentado en los últimos años recomponer su imagen. Hoy se presenta como un hombre moderado que defiende el pluralismo y el respeto a las minorías. Incluso, abandonó su nombre de guerra y utiliza su verdadera identidad, Ahmad al-Sharaa. Pero esto no fue suficiente para quitar sobre su cabeza la recompensa de 10 millones de dólares que ofrece Estados Unidos por su captura. Lo considera un terrorista.
La transformación fue profunda. Al Golani ya no utiliza su atuendo de guerrillero islámico. Ahora se viste de traje para hablar con los periodistas.
Pero esta milicia no está sola. La acompañan varios grupos islámicos apoyados por Turquía, un país que se vislumbra como un punto de referencia en el nuevo mapa sirio.
Said Chaya, coordinador del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral y miembro del Comité de Medio Oriente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), dijo a TN que el desafío de la revolución siria es conocer “cómo estos grupos van a poder llevar adelante un acuerdo que genere beneficios para el pueblo sirio e instituciones representativas”.
“Lo habitual en Medio Oriente es que cuando los incentivos no vienen de adentro, vengan de afuera. Los mecanismos de cooperación e interdependencia suelen ser con actores extranjeros. Turquía puede ejercer un rol moderador”, señaló.
Turquía estuvo enormemente involucrada en la guerra civil siria. Respaldó a milicias islámicas para intentar mantener bajo control a los grupos armados kurdos, aliados de Estados Unidos en su lucha contra el Estado Islámico. Los kurdos tiene una gran autonomía en Siria tras lograr expulsar a ese grupo terrorista de su región en 2015. Además, mantienen estrechos vínculos con los grupos armados kurdos de Turquía. El pueblo kurdo está divido hoy entre cuatro países (Siria, Turquía, Irán e Irak) y lucha por la creación de la nación del Kurdistán.
Por eso los turcos tienen tanta influencia en el área y más aún con la retirada iraní y de su aliado Hezbollah de Siria tras la caída de Al Assad.
La duda es si el retiro de Rusia incluyó un acuerdo con Turquía. “¿Será que Rusia se retiró sin ningún entendimiento con Ankara y Washington? Habrá que ver si los rusos apuntan a generar un nuevo orden y cómo los incentivos moldearán las preferencias de los socios domésticos de Turquía”, dijo Chaya.
Para el analista, también habrá que seguir los próximos movimientos de la Casa Blanca, en especial con Donald Trump, que asumirá la presidencia el 20 de enero. “El escenario sirio nos permite interpretar que se presenten ciertas continuidades en la política estadounidense con la alianza con Israel y la desvinculación del conflicto sirio”, concluyó.