“Vamos a acabar con el proceso de degradación que están viviendo nuestros bosques tropicales”, proclamó el presidente electo de Brasil. Además prometió luchar contra la deforestación que avanzó durante el mandato de Bolsonaro.
El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, propuso este miércoles organizar la conferencia del clima de la ONU de 2025 en la Amazonia y anunció la creación de un ministerio de Pueblos Originarios, al llegar a la COP27 que se celebra en Egipto, donde los delegados comenzaron a negociar la declaración final.
En su primera intervención en la COP27, en Sharm el Sheij, Egipto, Lula declaró que le propondrá al secretario general de la ONU, António Guterres, de que la COP30 “se haga en Brasil, en la Amazonia”, específicamente en el estado de Amazonas o el de Pará, en el norte del país.
“Vamos a acabar con el proceso de degradación que están viviendo nuestros bosques tropicales”, proclamó en medio de aplausos de asistentes a los que les prometió llevar adelante una “lucha muy fuerte” contra la deforestación de la Amazonia, que avanzó con fuerza durante el mandato del presidente saliente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Lula recordó que en los tres primeros años de Gobierno de Bolsonaro la deforestación en la Amazonia aumentó un 73%, y aseguró que eso quedará en el pasado: “los delitos ambientales, que crecieron de forma alarmante, ahora será combatidos sin tregua”.
En ese sentido, prometió castigar “con rigor” las actividades ilegales en la selva, y reiteró la antigua promesa asumida por Brasil años atrás de acabar con la deforestación ilegal en el año 2030.
También anunció su voluntad de organizar una cumbre entre Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Surinam y Venezuela, para que los países amazónicos puedan “por primera vez debatir de forma soberana” el desarrollo de la región, con integración social “y mucha responsabilidad climática”, recogió la agencia de noticias Sputnik.
Además, habló de reforzar la alianza entre Brasil, Congo e Indonesia, ya que los tres países juntos reúnen el 53 % de las selvas tropicales del planeta, para trabajar juntos en la búsqueda de mecanismos de financiación sostenible para proteger la naturaleza.
Lula anunció su voluntad de organizar una cumbre entre Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Surinam y Venezuela, para que los países amazónicos puedan “por primera vez debatir de forma soberana” el desarrollo de la región.
“Brasil no puede estar aislado como lo estuvo en los últimos cuatro años”, con un Gobierno que no hizo “ningún esfuerzo para conversar con el mundo”, afirmó, en alusión a la administración saliente de Bolsonaro.
Además, el líder de izquierda, de 77 años, aprovechó el escenario para anunciar la creación de un Ministerio de Pueblos Originarios, para que los indígenas no sean “tratados como bandidos” y prometió hablar mucho con sus representantes para coordinar las políticas en la Amazonia.
A seis semanas de asumir el cargo, el 1° de enero, Lula mantuvo reuniones con el enviado especial para el clima de Estados Unidos, John Kerry, y con el negociador chino, Xhi Zhenhua, entre otras bilaterales.
Kerry, quien fuera secretario de Estado durante el Gobierno de Barack Obama, se comprometió a trabajar por la protección de la Amazonia junto al líder sudamericano.
“Trabajaremos de forma diligente para lograr ese objetivo junto a nuestros aliados, Noruega, Alemania y otros países que han estado profundamente comprometidos con eso durante mucho tiempo”, agregó.
Noruega y Alemania anunciaron, tras la victoria de Lula, estar dispuestos a reanudar su apoyo financiero para preservar la selva virgen amazónica en Brasil, después de haberlo retirado en 2019 poco después de la llegada al poder de Bolsonaro.
El discurso de Lula tuvo lugar en el pabellón instalado por el consorcio Amazonia Legal, que agrupa los nueve estados de la amazonia brasileña, a pocos metros del pabellón oficial del Gobierno de Bolsonaro.
Lula, que participa de la COP27 como invitado especial de la presidencia egipcia, habló frente a un pabellón atestado de personas, muchos de las cuales lo recibieron cantando “olé, olé, olé, Lula, Lula”.
Su llegada a Egipto generó expectativas entre los casi 200 países que participan de la conferencia y que esta semana empezaron a negociar el informe final, que está provocando intensas discusiones en relación a la posible creación de un fondo de financiamiento para pérdidas y daños causados por el cambio climático.
La negociación del informe final
Los delegados empezaron a discutir este martes estos aspectos principales divididos en grupos de trabajo liderados por los ministros, como es habitual en las conferencias, para dar paso a la negociación política.
Los Estados insulares agrupados en Aosis (Alianza de Pequeños Estados Insulares), un grupo pequeño pero que ha tenido fuerte presencia en la conferencia, ya anticiparon que no se irán de la COP27 sin un fondo para paliar las pérdidas y daños sufridos por el cambio climático.
Estados Unidos y la Unión Europea se muestran reacios a la creación de un nuevo mecanismo para pagar los daños y pérdidas a los países en desarrollo por unos daños que sufren sin haber provocado.
En la conferencia del clima de Copenhague, en 2009, los países desarrollados admitieron que deben pagar los costos por el daño provocado y se comprometieron a crear un fondo de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2015 para mitigación y adaptación, pero el dinero todavía no llegó.
Además, los países más vulnerables reclaman un pago por los daños y las pérdidas, en lugar de financiación para la adaptación.
Este año, por primera vez el asunto quedó en la agenda de la COP27, pero lo cierto es que es probable que las discusiones sobre este punto se extiendan hasta 2024, según el calendario pactado en la COP26 del año pasado en Glasgow, Escocia.
Hunte, sin embargo, aseguró que irse de Sharm el Sheij “sin nada no es una opción” y que de la COP27 tiene que salir como mínimo “un acuerdo para que trabajemos en pos de un fondo”, informó por la agencia de noticias AFP.
El objetivo general que los países buscan alcanzar es el fijado en la COP21 de París (2015) de evitar que el aumento de la temperatura del planeta supere los 2° y hacer esfuerzos por dejarlo en 1,5°, y también debería aparecer en el nuevo texto final, un documento que por ahora apenas menciona los deseos de los negociadores.