De acuerdo a un informe realizado por la ONG taiwanesa Doublethink Lab, a nivel global sólo Camboya supera a la nación sudamericana en el ranking de injerencia china sobre las relaciones diplomáticas de terceros
En el marco de la disputa geopolítica con Estados Unidos, el régimen de Xi Jinping ya no oculta su intención de profundizar su radio de influencia en América Latina. Pese a las denuncias por violaciones a los derechos humanos y a diferentes prácticas arbitrarias condenadas por Occidente, cada vez son más los países que le abren las puertas a la potencia económica china. Una de las naciones que en los últimos años ha incrementado considerablemente sus lazos con Beijing es Uruguay.
Los nexos entre ambos países aumentaron a tal punto que la influencia china en la política exterior uruguaya es la más alta de América Latina. Así lo determinó el ranking China Index 2021, lanzado recientemente por la ONG taiwanesa Doublethink Lab, que busca medir y visualizar la influencia del gigante asiático en 46 países.
Para el estudio se analizan nueve categorías, que van desde lo académico y tecnológico, a la política exterior y los medios de comunicación, entre otros. “En cuanto a las características de esta influencia, el China Index destaca que, en líneas generales y a nivel global, es más fuerte en los dominios de política exterior, política interna y tecnología, y más débil en los dominios militar y social”, indica la organización Gorman Lee.
Precisamente en el campo de la política exterior es donde se destaca la influencia china en Uruguay. De acuerdo al informe, la injerencia del gigante asiático sobre el país sudamericano en sus relaciones exteriores se ubicó en un 65,9%, el segundo más alto de todo el índice a nivel global, sólo superado por Camboya, un país ubicado en el sudeste de Asia que registra un grado de influencia china del 75%.
El estudio mide los esfuerzos de la República Popular China para lograr sus objetivos diplomáticos “mediante su influencia en actores clave de cada país”. Para eso, se analizan once requisitos. “Uruguay muestra evidencias concluyentes de influencia china en seis de esos once requisitos”.
En primer lugar, el informe recuerda que Uruguay y China tienen un grupo de amistad parlamentario conjunto, creado en 1992. Asimismo, DoubleThink Lab también cita el viaje que realizaron parlamentarios uruguayos para reunirse con sus homólogos chinos en 2017.
La ONG taiwanesa apunta que “diplomáticos o funcionarios públicos han recibido alguna capacitación en China”. En ese sentido, pone como ejemplo el Seminario de Gestión Educativa realizado en este país en 2019, al que asistieron funcionarios del ministerio de Educación y la Agencia de Innovación.
El China Index también halló la posibilidad de que “políticos o empleados del gobierno hayan sido presionados por diplomáticos de la República Popular China para cambiar sus posturas políticas o diplomáticas”. Como evidencia recuerda la decisión del gobierno uruguayo en 2018 de denegar la entrada sin visa a ciudadanos taiwaneses. Esto fue tomado como una medida surgida por presiones del régimen de Xi Jinping.
Respecto a la postura de Uruguay con Taiwán, el estudio señala también el hecho de que “el presidente o el ministro de Relaciones Exteriores de un país nieguen el derecho de Taiwán a participar como miembro, observador o invitado en la OMS”. “Si bien no hay un documento explícito de Uruguay que le niegue a Taiwán esta participación, tampoco hay evidencias de apoyo uruguayo a las iniciativas que buscan incluirlo”, aclara.
Esta posición se mantuvo en los últimos años, pese a las constantes amenazas chinas a Taiwán, que llevaron a una situación de extrema tensión en la actualidad en el Pacífico. Algunos, incluso, temen una posible invasión de Beijing a la isla.
Otro punto analizado por el estudio respecto a la influencia china sobre la política exterior uruguaya es el apoyo de Montevideo al nombramiento de un funcionario chino como candidato para presidir alguna agencia de la ONU, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) o la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). En 2019, el país sudamericano respaldó la candidatura de Qu Dongyu como director general de la FAO.
En los cinco requisitos restantes, en uno no se halló evidencia alguna: la detención en China de ciudadanos uruguayos por motivos políticos. En los otros cuatro, no obstante, el país adoptó una postura de neutralidad y silencio ante reclamos territoriales chinos, denuncia a los tratos de la minoría uigur, a la población tibetana y la imposición de la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong.
“Aunque este criterio del silencio pueda ser cuestionable, Doublethink Lab interpreta esta falta de respuesta como un aval tácito”, indica la ONG.
¿Cómo es el grado de influencia de China en la política exterior de los demás países latinoamericanos que mide este índice? A Uruguay, que fue el país con mayor evidencia de influencia china en este pilar, le siguen México (61,4%), Venezuela (56,8%), Perú y Bolivia (54,5%), Brasil (52,3%), Chile (45,5%), Argentina (36,4%), Colombia (29,5%) y Paraguay (20%).
En el campo comercial los vínculos también son cada vez más estrechos.
El régimen chino saca provecho de las debilidades y necesidades de la región para profundizar su predominio en las más diversas áreas. En el campo de la tecnología, la instalación de la red 5G avanza a paso lento. En este contexto, el gigante asiático busca desembarcar con su propia infraestructura, en medio de las acusaciones de espionaje contra Huawei. Y Uruguay se encamina a ser una de las puertas de entrada.
El país sudamericano también avanza con un acuerdo para exportar sorgo a China. Según declaró el pasado mes de octubre el gobierno de Lacalle Pou, este pacto “es resultado de las excelentes relaciones entre ambos países”.
La creciente presencia china en América Latina también genera preocupación por la pesca ilegal. El gigante asiático es señalado como uno de los mayores depredadores en aguas internacionales. Sin embargo, el gobierno de Uruguay estaría encaminándose a dejar en manos del régimen chino la patrulla de sus costas al permitir que una de las principales empresas proveedoras del Ejército Popular de Liberación (EPL), China Shipbuilding Industry Corporation (CSOC) sea la beneficiaria de la venta y mantenimiento de dos embarcaciones para el control de los mares. La principal tarea que tendrán estas naves será, irónicamente, controlar que barcos chinos pesqueros no invadan la Zona Económica Exclusiva (ZEE) donde depredan los recursos del país.
Pese a los cuestionamientos de varios países y a las preocupaciones que generan, principalmente para Estados Unidos, el gobierno de Luis Lacalle Pou en los últimos meses ha avanzado en diferentes acuerdos que fortalecen aún más sus lazos con el régimen chino. El más contundente, sin dudas, es el Acuerdo de Libre Comercio que busca rubricar con Beijing, en medio de una fuerte disputa con sus socios del Mercosur.
El pasado mes de octubre el jefe de Estado uruguayo participó de la séptima edición del America Business Forum en Punta del Este. Consultado por las negociaciones con China, cuestionó a quienes se oponen: “Cuando decimos China y nos dicen ‘no’, ¿entonces quién? No nos digan lo que no”. “Estamos rumbo a firmar con China, estamos negociando con Turquía y antes de fin de año vamos a enviar las cartas para la adhesión al Acuerdo Progresivo e Integral para la Asociación Transpacífica (CPTPP)”, anticipó.
El presidente uruguayo reconoció que también pretende un acuerdo comercial con Estados Unidos, pero lamentó que Washington “no mira hacia el sur”.