Bruno Fabozzi tiene 28 años y es oriundo de General Acha, provincia de La Pampa. Este año decidió aceptar una invitación para guiar en la caza del ciervo axis (Axis axis) en la provincia de Corrientes, principalmente a turistas extranjeros que buscan experiencias de cacería reglamentada.
Su responsabilidad es grande: no solo tiene que conocer los peligros de trabajar con armas de fuego, sino que también tiene que estar al tanto de la normativa que restringe la caza en Corrientes y que garantiza la protección de la fauna autóctona. Actualmente, esta actividad es un atractivo para turistas brasileros, norteamericanos y españoles.
“En este rubro uno aprende más ecología que la forma de cazar un animal. Mi objetivo es fomentar la cinegética, responsable y que respeta las reglamentaciones, en este país donde también hay un gran número de ecologistas”, dijo.
Su lugar de trabajo ahora es una estancia de Perugorría, preparada de punta a punta para la actividad cinegética, y equipada con gastronomía, logística de viajes terrestres y aéreos y guías de caza.
“Nuestro objetivo principal es el ciervo axis, que fue declarado en sobre población. En el lugar del que vengo tenemos el mismo problema con el ciervo colorado, aunque acá quizás se reproducen más por la cantidad de lugares muy anegados al acceso de las personas, entonces no se los puede cazar tan fácilmente“, aseguró.
El ciervo axis es una especie originaria de la India, Sri Lanka y Nepal. Fue introducida en Sauce, Corrientes, en la década del 80.
A mediados del siglo pasado ya se la declaró como animal perjudicial por los daños colaterales en la vegetación y, recientemente, un grupo de investigadores de la provincia de Misiones encendió la alarma por una “invasión reproductiva”. Ante esta situación, la legislatura y el Gobierno de Corrientes promovieron su caza responsable, mediante licencias y registros de cazadores.
Fabozzi entiende que los axis son proclives a desplazar a otras especies autóctonas, como el guazuncho o corzuela parda (Mazama gouazoubira).
“Donde estamos trabajando hay mucha especie nativa que no dejamos cazar, en primer lugar porque así lo establece la ley y son protegidas, y porque no es ético de nuestra empresa dañar a la naturaleza”.
Más de 1200 kilómetros de distancia
Fabozzi se crio en el campo de La Pampa y en torno a la producción de carne ganadera hasta que en la última década decidió dedicarse a la cinegética. Su provincia tiene algunos de los cotos de caza más grandes y renombrados del país (junto a Córdoba, Neuquén y Buenos Aires), y uno de sus atractivos turísticos es el ciervo colorado (Cervus elaphus).
En Argentina el ciervo colorado como especie exótica, fue introducido desde Europa por Pedro Luro en 1906 en la provincia de La Pampa para la actividad cinegética. Desde ese entonces, se reprodujeron y fueron extendiéndose en estado silvestre
Fabozzi sugirió que “si bien hay especies en la Argentina que son introducidas y que quizás en algún punto son molestas, por su gran capacidad reproductiva y sus grandes poblaciones, no tenemos que tratar de eliminarlas”.
“Generalmente se ve a la caza como una matanza, pero siempre digo que no hay mejor conservacionista que el cazador, la persona que pasa horas apreciando los animales, las plantas, el clima, con un instinto que se va creando alrededor de la naturaleza”.
En Corrientes encontró una oportunidad laboral y un desafío por un terreno al que no está acostumbrado, aunque sea similar al pampeano. “Cometí muchos errores con la naturaleza; desde chico salía con un rifle al campo y hacía desastres, no la respetaba. Pero con el correr de los años comprendí el comportamiento de los animales, leí y me capacité y me puse más prolijo con el trato a ellos”, reconoció.
Las familias de campo tienen la posibilidad de acceder a una gran variedad de carnes, porque la caza es un hábito cotidiano. “Un cordero, un chancho jabalí, un ciervo, la perdiz, una liebre o una vizcacha servían para abaratar costos domésticos”, enumeró Fabozzi.
Mirada foránea
También se refirió a las fuentes de trabajo que genera la cinegética: guías, gente que se dedica a la preparación de trofeos y de carne, personal de limpieza para los cotos de caza y de cocina, atención al público, etc.
“La cacería es un trabajo digno y brinda empleo a otras personas que no están relacionadas estrictamente con la caza, como choferes, pilotos de avión, cocineros, personal de hotelería y turismo”.
“El trabajo de un guía consiste en instruir y conservar; demostrar un debido respeto a la naturaleza, para que las personas que vienen se lleven una buena impresión”.
Fabozzi sabe que su actividad laboral es criticada por conservacionistas y que es difícil entenderla, aunque sea la única herramienta que el gobierno habilitó, hasta ahora, para controlar la sobre población de ciervos axis. “El recibimiento en Corrientes fue espectacular, es una provincia ordenada y limpia, con una gran variedad de fauna que en La Pampa no tenemos. Creo que hay un gran potencial en esta provincia para desarrollar actividades al aire libre, desde una caminata en familia, paseos en botes, viajes de caza y pesca. Lo puntual es que se está haciendo un uso ético, como la pesca que es con devolución y ya no es como antes, ya no se matan las piezas que se extraen del río”, manifestó a este diario.
“En cuanto a la cacería tienen sus reglamentaciones bien definidas y hay buenos controles; aunque sea difícil controlarla al 100%”.
“Mi recomendación es que respeten y cuiden al ciervo axis. Suena ilógico que lo diga un cazador; hacemos uso responsable del animal y del total de su carne, la idea es no desperdiciar nada. La cinegética es una actividad muy bien remunerada que podemos dejar a nuestros hijos y nietos, me parece que la reflexión es cuidar para seguir teniendo ciervos”, concluyó Fabozzi.