“¿Cómo es posible morirse de hambre en la tierra del pan?”

El obispo auxiliar de Corrientes, José Adolfo Larregain, habló con época acerca de los duros indicadores de pobreza e indigencia oficializados por el INDEC. Dijo que la inflación arrasa con lo más básico de las familias e incrementa la desigualdad social.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos difundió el jueves último los “números” de la pobreza e indigencia correspondiente al segundo semestre de 2022. El reporte oficializó que Argentina cerró el año pasado con unos 18 millones personas viviendo en la pobreza (39,2% de la población) y 3,8 millones en la indigencia (8,1%).

En tanto que ese estudio reflejó también que entre las regiones del país, el Nordeste (integrado por Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa) tuvo los mayores indicadores en pobreza (43,6%) e indigencia (10,3%). El semblanteo aritmético hecho en la ciudad de Corrientes cotejó que unos 175.059 capitalinos son pobres y 36.473 subsisten en la indigencia.

Con todos esos datos a mano, época se comunicó con el obispo auxiliar de Corrientes, José Adolfo Larregain, para analizar esta coyuntura y consultarlo acerca de qué se puede hacer para contrarrestar el fuerte impacto de la intempestiva espiral inflacionaria en la que se halla inserto el país.

“Esta triste realidad de la pobreza nos duele a todos. Se ve, se conoce, se siente y se vive en el ‘día a día’. La inflación está arrasando con lo básico: el pan, los remedios, la educación y el techo”, dijo en primer término.

Bajo esa tesitura, el religioso enfatizó en el daño que le está haciendo a la sociedad el constante encarecimiento del costo de vida. “La inflación está dejando a su paso angustia, oscuridad, dolor y tristeza en muchísima gente que no puede cubrir los gastos básicos que se precisan en una casa”, expresó con preocupación.

En esa línea de pensamiento, el Pastor aseveró: “La pobreza es mucho más que escasez de ingresos, especialmente en la primera etapa de la vida. En la niñez tiene implicancias mucho más serias, con consecuencias que quedan marcadas en el desarrollo las personas. Es el caso de los pequeños que no reciben una buena alimentación”.

Al profundizar en su análisis, completó: “Lamentablemente, esto es un mal endémico en Argentina, es la clara expresión de la triste e injusta desigualdad social en la que vivimos, y la pobreza va junto a otras palabras que también representan realidades, tales como marginación y violencia, entre otras”.

Al ser consultado por el año electoral en curso, Larregain mencionó: “La pobreza no parece ser un tema en agenda ni que haya propuestas concretas. Pienso que la apuesta por lo comunitario puede ser una salida alternativa. Buscar economías solidarias, el trabajo barrial, el cooperativismo y ayudarnos unos a otros para superar esta situación. El sufrimiento cuando se comparte puede ser más llevadero”.

En consonancia, recordó que estamos en la puerta de la Semana Santa. “Es un tiempo central del cristianismo en el que vamos a celebrar y recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Es un tiempo propicio para ser solidarios y para asumir el compromiso social de no ser indiferentes con el sufrimiento de miles de familias argentinas”.

Por último, el obispo auxiliar cerró su reflexión con una paráfrasis del himno del recordado “X Congreso Eucarístico Nacional”, celebrado en esta ciudad en 2004. “Cómo es posible morirse de hambre en esta tierra bendita del pan?”, exhortó el franciscano.

El estribillo de aquella composición de Pocho Roch rezaba precisamente: “¡Quédate con nosotros, Jesús, que da miedo tanta oscuridad, no es posible morirse de hambre en la patria bendita del pan!”.

Salarios e inflación, una lucha despareja

Los sueldos iniciaron el año con un incremento mensual en enero del 4,7% respecto de diciembre, casi dos puntos porcentuales por debajo de la inflación del primer mes, según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos.

La mejora en las remuneraciones del primer mes del año se ubicó por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de ese mes que fue del 6%, según las estadísticas oficiales.

En los últimos doce meses, los sueldos también perdieron frente a la inflación acumulada en ese período ya que subieron un 92,1%, seis puntos porcentuales por debajo de la suba de precios minoristas del 98%.

El crecimiento mensual de enero del 4,7% se debió a las subas de 4,6% en el sector privado registrado, 3,9% en el público y 6,7% en el privado no registrado de la economía en negro.

En la comparación interanual, los sueldos de los empleados públicos fueron los únicos que le ganaron a la inflació, ya que en los últimos doce meses subieron un 101,3%. En cambio, las remuneraciones en el sector privado, en la misma medición pierden casi seis puntos porcentuales, ya que la mejora fue del 93,7%.

El sector más rezagado frente al alza del costo de vida sigue siendo el de los trabajadores informales o en negro, que en los últimos doce meses perdieron 26 puntos porcentuales, frente a la inflación que se registró en el mismo período, ya que sólo subieron un 72,2%.

El Índice de Salarios que publica mensualmente el INDEC estima la evolución de salarios pagados en la economía, aislando del indicador los pagos adicionales por horas trabajadas, descuentos por ausentismo, premios por productividad y todo otro rubro asociado al sueldo mensual.


Mínimo, vital y móvil

Desde hoy, el salario mínimo, vital y móvil es 80.342 pesos de acuerdo a lo resuelto, días atrás, por el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Esta variación implica un alza del 15,6% frente a marzo ($69.500).

En ese contexto, desde el 1 de mayo el SMVM será de $84.512 , mientras que desde el 1 de junio el sueldo mínimo pasará a ser $87.987.

De esta forma, el aumento en el semestre es del orden del 34%, contra una inflación que se proyecta por encima del 50% para el mismo período.

El Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), de acuerdo con la Ley de Contrato de Trabajo, se define como “la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”.

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