Mariana B. tenía 21 años y su carrera militar estaba comenzando cuando fue dada de baja de su puesto en el Batallón de Ingenieros Zapadores 1 de Santo Tomé del Ejército Nacional Argentino en diciembre de 2019. Quien era su jefe en ese momento, Lucas Díaz, la había acosado sexualmente y hostigado laboralmente desde junio de 2018 hasta el traslado del hombre a Corrientes a fines de 2019. El maltrato a la cabo fue tal que le provocó graves daños psicológicos y un pico de estrés que la llevaron al punto de ingerir pastillas para no concurrir a su puesto de trabajo.
Por un cuadro de “trastorno mixto ansioso depresivo” sin investigación sobre las causas de tal situación emocional, la Junta Médica Militar le dio la baja obligatoria y se vio relegada de su actividad laboral. Sin trabajo ni sueldo, Mariana debió realizar el tratamiento psicológico en el Hospital Militar de Paraná.
Finalmente, tras los resultados de las pericias psicológicas realizadas por un equipo de profesionales de la psiquiatría y la psicología que determinaron que la joven había sufrido acoso sexual y hostigamiento laboral por parte de Díaz y que eso había causado su cuadro emocional, el fiscal federal Walter Rodríguez elevó el pedido al Ministerio de Defensa de la Nación para reincorporar a la cabo a su puesto de trabajo.
“El momento en el que a la cabo se la dio de baja por un aparente intento de suicidio no se había indagado sobre los motivos que ocasionaron esa situación”, indicó el fiscal Rodríguez. “Luego de juntar los testimonios, las pruebas y la pericias psicológicas, por medio de la investigación pudimos probar que la joven sufría acoso por parte de su superior e ingirió pastillas para justificar la falta al trabajo y no asistir al lugar donde era hostigada”, explicó.
Rodríguez elevó la investigación al Ministerio de Defensa de la Nación que trabajó el caso con la Dirección de Políticas de Género. “Sugerí al Ministerio que reincorporara a la joven que había sido dada de baja por una causa no justificada”, precisó. A mediados de diciembre de 2022, el fiscal pidió la reincorporación de la mujer a su puesto de trabajo. Esta medida fue otorgada y Mariana recuperó su puesto con la misma jerarquía que tenía y contando los años de antigüedad que trascurrieron desde la baja. Además, se le reconocerá el salario de manera retroactiva.
Mariana aún no regresó a su puesto laboral. “Tengo entendido que actualmente se encuentra en instancia de diálogo con el ministerio, porque la que debe definir cuándo, cómo y dónde volver es ella”, explicó. “Entiendo que tal vez pueda ser muy complejo regresar al lugar de trabajo donde fue hostigada, más allá de que Díaz no esté”, explicó y remarcó que “la prioridad es respetar su opinión y su decisión”.
Por otro lado, el fiscal imputó al capitán por acosar laboral y sexualmente de su subordinada, realizó el procesamiento y solicitó la elevación a juicio, que aún no tiene fecha establecida.
Acoso y hostigamiento
El fiscal detalló que “lo que el capitán hizo en primera instancia fue acosar y hostigar a la cabo para que accediera a tener una relación fuera de lo laboral con él”. Ante la negativa de la soldado, el hombre comenzó a maltratarla. Rodríguez indicó que el capitán fue trasladado a Curuzú Cuatiá (Corrientes) luego de que la mujer contara lo ocurrido.
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Los hechos denunciados ocurrieron entre junio de 2018 y 2019. La joven tenía 21 años y el hombre 36. Según el informe del fiscal, Díaz maltrató y perjudicó arbitrariamente a la cabo mediante la reiteración de manera sistemática de actos hostiles y humillantes. Todo eso, mientras era la autoridad superior jerárquica.
Para realizar la acusación, el funcionario se basó en la denuncia de la joven, testimonios de la pareja de la cabo que se desempeña en un rol similar en el ejército y de compañeros de trabajo de la joven y las evaluaciones médicas, psicológicas y psiquiátricas.
El delito que cometió Díaz, según el fiscal, está tipificado en el artículo 249 del código penal y tiene que ver con el perjuicio o maltrato de cualquier forma de un militar hacia un inferior. “Díaz maltrató y perjudicó arbitrariamente a la ex cabo mediante la realización reiterada y sistemática de actos hostiles y humillantes mientras se desempeñó como autoridad superior jerárquica”, detalló. Por medio del delito, el hombre causó daños psicológicos en Mariana y la pérdida de su empleo.
Los hechos
El capitán realizó manifestaciones inapropiadas, intimidatorias y de índole sexual, verbales y escritas por WhatsApp hacia la joven cabo. Varias de ellas se referían a las características físicas de Mariana, que eran ajenas a las cuestiones laborales. En el momento en que ocurrieron, él era el jefe de Área de la Sección de Intendencia y veedor de la función de la joven en la Tesorería del Casino de Suboficiales.
“Comenzó a enviarme mensajes sugestivos por WhatsApp a mi teléfono particular, los cuales resultaban inapropiados, incómodos, con una carga sexual totalmente intimidatoria”, declaró Mariana. La joven describió alguno de los mensajes: “Sos muy linda”, “estás muy linda hoy”, “vamos a tomar un café”. También contó que le pedía que le hiciera café, algo que estaba fuera de sus funciones laborales. “Alegaba que era rico mi café, haciendo incómodos comentarios sugestivos”, destacó.
La pareja de la joven convivía con ella y llegó a ver los mensajes que el capitán le enviaba. “La invitaba a comer y le decía que yo no me iba a enterar”, narró. “Linda”, “que linda que estás”, eran algunos de los textos que el novio de Mariana recordó. “También la invitaba a tomar un café, a comer, a su oficina, le decía que vaya a su oficina a preparar el café que tan rico ella hacía, eran mensajes con doble sentido, con intención hacia ella”, indicó.
En varias ocasiones, Díaz le ordenó tareas fuera del horario laboral establecido y cuando no había más gente en la oficina, por lo que quedaban a solas. Esas actividades se extendían hacia la noche y según declaró el novio de Mariana, no eran “tareas urgentes ni indispensables”.
La propia Mariana contó que le ordenaba quedarse después de las 18, cuando terminaba su horario. “Me solicitaba trabajo largo a las 17.30, forzando la situación para quedarnos solos y me presionaba constantemente”, explicó.
El novio destacó que cuando comenzó a llegar tarde, Mariana no solo extendía su jornada, sino que se la veía cansada, triste y muchas veces llorando. Esa situación comenzó a tener injerencia en su salud física. “No comía bien y estaba anémica”, remarcó.
Por el rango superior de Díaz, la soldado temía contar la situación por miedo a que su jefe tomara represalias con ella o con su novio. En una oportunidad le escribió por mensaje que frenara con los tratos fuera de lugar. “Disculpe capitán, pero no quiero que me joda más porque mi marido se puede enterar y puedo tener problemas”, eso fue lo que escribió la joven según contó su novio. Después de ese momento, Días comenzó a maltratar a Mariana. El cambio de actitud fue total, se tornó agresivo y se vengó.
En una oportunidad, la cabo no pudo realizar uno de los trabajos requeridos por su superior por problemas en el sistema interno que eran ajenos a ella. En ese momento el capitán le ordenó una sanción con diez días de arresto. Fue allí cuando Mariana ingirió los analgésicos.
En una primera instancia la Junta Médica había determinado que la intención de Mariana era no sobrevivir. Sin embargo, el personal médico del Hospital Militar de Paraná determinó que fue para no volver a su trabajo al día siguiente.
En sus primeras declaraciones, la joven solo se animó a decir que en su trabajo tenía que lidiar con muchas exigencias, presión y hostigamiento. A raíz de eso, había tenido un pico de estrés. El ejército le dio una licencia médica y derivó a la joven al tratamiento. Allí, luego de un proceso detenido, pudo verbalizar la situación de acoso.
“El fin de la ingesta de pastillas fue generar una descompostura y la inasistencia laboral”, explicaron luego los profesionales de la psicología y psiquiatría encargados del caso.
Las consecuencias de la baja
Además de los daños psicológicos que Díaz causó en la joven, Mariana sufrió pérdidas materiales. No salía de su casa y, como no percibía ningún sueldo, su situación económica empeoró con el paso del tiempo. Debió mudarse y pedir dinero prestado a sus padres. “No tenía sueldo y empecé a pedir prestado, no tenía obra social y tuve que vender muebles y ropa”, relató.
El último sueldo que percibió fue el del 1° de enero de 2020. “No tenía dónde vivir y tenía mis dos hijos a cargo”, explicó. En un momento trató de ingresar a trabajar a la Policía, pero por el antecedente psicológico y las deudas, le negaron el acceso. Empezó a estudiar abogacía, pero solo podía cursar la carrera virtual porque no tenía con quién dejar a sus hijos para ir a las clases presenciales.
Alta médica y recuperación de su empleo
Ni bien Mariana fue dada de baja y comenzó su tratamiento, el personal del hospital de Paraná le diagnosticó trastorno mixto ansioso depresivo, que había sido provocado por el maltrato ejercido por su superior. En ese momento no podía realizar las tareas habituales. Sin embargo, tras el tratamiento, los profesionales le otorgaron el alta médica y concluyeron que “está en condiciones de reintegrarse y realizar todas las actividades laborales, inclusive la portación de un arma”. Sostuvieron que percibieron en Mariana “sinceridad, espontaneidad y responsabilidad con el tratamiento”.
Perspectiva laboral y de género
El fiscal determinó que para el tratamiento y la investigación del caso, es necesario mirar la situación laboral y también de género. “En el momento en que se tomó el primer diagnóstico de Mariana, no se habían tenido en cuenta los indicadores de maltrato de un superior ni de violencia de género”, destacó en el informe.
“Quedó demostrado que el imputado actuó con conocimiento sobre el carácter abusivo de sus conductas y la condición de jerarquía. Se trataba de una mujer joven de 21 años en los inicios de su carrera militar y él era un varón de 36 años”, indicó. Por último, sostuvo que el hombre “se valió de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres”.