Dos hombres que mantienen problemas desde hace varios años protagonizaron una reyerta sangrienta en el capitalino barrio Irupé y ambos resultaron heridos, uno de ellos de tres impactos de bala a quemarropa y el otro de un corte en el rostro.
La Policía secuestró un cuchillo, un revólver y detuvo a los involucrados después de que recibieran las respectivas curaciones en un hospital. Ninguno de los dos presenta lesiones que comprometan su vida, según explicaron ayer fuentes del caso.
Ante las directivas emanadas desde la Unidad Fiscal de Investigaciones Concretas, a cargo de Raúl Pasetto, autoridades de la comisaría seccional Vigesimoprimera dieron curso a una pesquisa caratulada como una “supuesta tentativa de homicidio”.

Datos suministrados explican que el lunes, alrededor de las 19:15, sucedió un encontronazo en la vía pública entre las personas identificadas como Cristian Ramón M., de 29 años, y Jorge M., de 53, ambos con antecedentes penales.
De acuerdo a información extraoficial, Jorge M. aparentemente acusaba a Cristian ser el autor de un robo que habría sucedido hace cuatro años y del que él resultó como parte damnificada.
Anteayer, los hombres que habrían dado continuidad a una confrontación registrada previamente, volvieron a toparse de manera violenta en la intersección de las calles Resoagli y Valdepeñas.
Por un lado, Cristian M. empuñaba un arma blanca de considerable tamaño, con la cual alcanzó a lesionar a su contrincante de un profundo tajo de varios centímetros en el lado izquierdo de la cara.
En tanto, Jorge M., según habría establecido la Policía, efectuó disparos desde corta distancia con un arma de fuego calibre .22, al punto que tres de los proyectiles hicieron blanco en su blanco.
El hombre de 29 años acusa impactos de bala en el pómulo derecho, el brazo de igual lado y la restante herida sobre el hombro izquierdo.
Los dos protagonistas del incidente debieron ser trasladados en forma separada hasta el área de emergencias del Hospital Escuela, donde luego recibieron la atención médica necesaria.
Una vez establecido que no corrían peligro de muerte quedaron detenidos a disposición de la Justicia.
En el escenario de la pelea secuestraron las armas utilizadas, mientras vecinos del barrio seguían a la distancia el desenvolvimiento de las autoridades.