“Todo se está yendo a la mierda”, le confesó uno de los más importantes dirigentes de La Cámpora a su interlocutor en la tarde de ayer. Fue al inicio de una charla en la que ambos repasaban cómo está escalando la discusión entre los diferentes sectores de lo que parece ser la descomposición final de Unión por la Patria de la Provincia de Buenos Aires.
Axel Kicillof, que volvió a hablar con algunos productores mediáticos a través de su ministra Jesica Rey también lo ratifica en cada oportunidad que tiene a su alcance. Observa que Máximo Kirchner y sus amigos, entre los cuales a veces incluye, y otras no, a Sergio Massa, lo quieren dejar arrinconado como un mero candidato que deberá defender intereses de otros. “Eso no va a pasar” anticipa.
Las miradas absortas y de incomprensión llegan, incluso, hasta la propia Cristina Fernández de Kirchner, que observa claramente como no puede contener los insultos que ratifican los posicionamientos políticos entre los partícipes de su troupe bonaerense. “Ella mandó a contener a cada sector y eso, indudablemente, necesitaba que entre ellos se diferenciaban. Pero nunca pensó que se desbordaría de esta manera” manifestó, en privado, uno de los más cercanos colaboradores del presidente del PJ provincial, Kirchner.
En el razonamiento de la ex presidenta y vice de la Nación, a la que hoy le pasan factura por las designaciones de Alberto Fernández, Daniel Scioli y Amado Boudou como sus candidatos presidenciales o para vice, es que dadas las diferencias que tenían, personales y políticas, entre Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa, debían “contener lo que el otro perdía”.
El gobernador dejó para este proceso a su amigo Carlos “Carli” Bianco como máximo operador y su representante directo en la gestión y en las relaciones. “A Carli no le da”, sostienen, inclusive, los que hoy trabajan para que Kicillof llegue con éxito a saltar de la Provincia a la Nación.