El diputado de CABA lanzó su candidatura esta semana para renovar mandato. Pero no para La Libertad Avanza, sino para la vieja UCeDe. La movida generó profundo rechazo en el oficialismo.
La política argentina, como de costumbre, atraviesa reacomodamientos internos que no sorprenden a quienes conocen el juego. En este caso, el ruido vino desde el espacio libertario, donde la salida de Ramiro Marra de La Libertad Avanza se suma a las tensiones propias de cualquier fuerza política en crecimiento. Si bien el episodio generó repercusiones, desde el espacio del Presidente consideran que esto “no deja de ser parte de un proceso lógico dentro de un proyecto que —como el de Javier Milei— avanza con definiciones cada vez más claras y con un criterio ideológico que no deja margen para ambigüedades”.
Marra, quien hasta hace poco era presentado como “el libertario de la Ciudad”, fue eyectado de La Libertad Avanza tras haber votado a favor de un aumento de impuestos en la Legislatura porteña. Un gesto que, para cualquier otro espacio, podría haberse negociado o relativizado, pero que para el entorno mileísta representa directamente un acto de herejía política. En un partido que no deja lugar a medias tintas, el legislador fue apartado con un mensaje claro: quien se aparte de la línea, se va.
El pase de Marra al costado del proyecto de Milei no es solo una cuestión legislativa o ideológica. Es simbólica. “El mismo dirigente que se paseaba por los canales hablando de la ‘casta política’, hoy coquetea con la UCeDé, un partido histórico de la oligarquía tradicional porteña que, para muchos dentro del círculo mileísta, representa lo más rancio del sistema que supuestamente vinieron a combatir”, agregaron voceros con muy buena llegada al Gobierno.
En este contexto, la maniobra despierta interrogantes. ¿Es Marra un pragmático que busca sostener su carrera política a cualquier precio? ¿O ya estaba negociando silenciosamente con sectores del establishment a espaldas del proyecto libertario? En cualquier caso, su actitud es vista como “un guiño a la política de siempre” desde el mileismo más ortodoxo. “Esa que opera en las sombras, que te aprueba un impuestazo el martes y el jueves lanza un comunicado hablando de libertad”, agregan con encono al actual diputado por CABA que se lanzó para ir por un nuevo mandato en otro espacio.
“El silencio incómodo de Marra ante las críticas y su llamativo acercamiento al PRO despiertan sospechas”, dicen desde La Libertad AVanza ¿Se trata simplemente de un caso de oportunismo político para no perder su banca, o se está frente a un dirigente que siempre tuvo un pie en el sistema, esperando el momento para jugar su propia carta? Es el interrogante que se genera en el oficialismo ante un nombre que fue emergente del movimiento que llevó a Milei a la presidencia.
En el seno de La Libertad Avanza, ya no lo dudan. La lectura es clara: Marra se desenmascaró. Pasó de ser un soldado del ideario mileísta a convertirse en lo que juró combatir. El “libertario del pueblo” ahora aparece en los papeles como un político más, jugando al ajedrez de las alianzas, negociando con los mismos que antes señalaba como parte del problema.
La reacción del círculo íntimo de Javier Milei no dejó margen para la especulación. En un espacio donde la ideología no es solo discurso, sino contrato fundacional, el compromiso con los argentinos es ley. Y quien lo rompe, vuela. La expulsión de Marra es un mensaje hacia adentro y hacia afuera: La Libertad Avanza no está dispuesta a tolerar dobles discursos, ni pactos por abajo, ni guiños al sistema que prometió destruir.
Más aún en un contexto electoral donde cada gesto cuenta, el episodio funciona como un ejemplo. Mientras el oficialismo se reordena, el kirchnerismo busca identidad y Juntos por el Cambio se reconfigura, Milei endurece su postura interna y redefine su núcleo de lealtades. La purga de Marra es, para muchos, una jugada quirúrgica para limpiar el espacio de infiltrados y tibios, y reforzar la idea de que La Libertad Avanza es más que un partido: es una causa.
“Al final, el caso Marra no es solo un episodio interno. Es un capítulo más en la tensión permanente entre el discurso rupturista y la lógica del poder real. Es la demostración de que incluso dentro de los proyectos más disruptivos, siempre hay quienes están dispuestos a cambiar de barco si el viento sopla distinto. Y en ese cambio, dejan expuesta su falta de convicción”, razonan no sin decepción en el mileismo.
Mientras tanto, en los pasillos libertarios ya no se habla de “sorpresa” por lo de Marra. Se habla de traición con todas las letras, de un dirigente que cruzó la línea y se transformó en lo mismo que juró destruir. Un exlibertario que hoy, sin despeinarse, vuelve a sentarse a la mesa de la casta.