(Por Pilar Wolffelt, para Ámbito Financiero) – Los pasivos del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se han convertido en un tema creciente de preocupación para el mercado y una fuente de debate constante en la arena económica. Este problema, estrechamente vinculado al déficit cuasifiscal, se ha vuelto tan relevante que incluso se abordó en el reciente debate político. Pero, ¿qué son exactamente estos pasivos y cómo han llegado a ser una preocupación tan acuciante?
Las llamadas Letras de Liquidez (Leliq) son el núcleo de este dilema. Estas letras fueron creadas en 2018 durante la presidencia de Federico Sturzenegger al frente del BCRA. Su objetivo inicial era mantener la emisión monetaria bajo control, pero en la práctica, han generado una serie de problemas que no dejan de crecer.
El principal problema radica en los altos intereses que el BCRA paga por estas Leliq, actualmente alrededor del 118% de tasa nominal anual. Estos intereses generan un crecimiento descontrolado del stock de pesos, a pesar de que no se manifiesta de manera inmediata, ya que es un fenómeno endógeno. El monto actual de los pasivos de Leliq supera los $21 billones, una cifra significativamente mayor que las reservas disponibles, que rondan los $26.920 millones.
Este desequilibrio se encuentra íntimamente relacionado con el déficit cuasifiscal, que se origina en la necesidad de financiamiento del Tesoro. Este déficit es el motor que impulsa la acumulación de pasivos remunerados y crea una dinámica que se vuelve autónoma y endógena con el tiempo.
La pregunta clave es cómo abordar este problema. Se han sugerido varias soluciones, como un “Plan Bonex” o la venta de deuda a fondos extranjeros, pero hasta ahora no se ha encontrado una respuesta definitiva. La resolución de este asunto recaerá en la próxima administración gubernamental y su capacidad para abordar los desequilibrios macroeconómicos.
Uno de los desafíos fundamentales será encontrar una forma de absorber los pesos en circulación a través de instrumentos de largo plazo. Mientras tanto, la “bola de Leliq” sigue creciendo, y nadie sabe con certeza cómo desarmarla. Este es un problema complejo que requiere un enfoque estratégico y sostenible para garantizar la estabilidad económica y financiera en Argentina.