Según el informe técnico del organismo, la cuenta que incluye programas sociales tendría el año próximo un recorte de 0,7% del PBI, mientras que las subvenciones a las tarifas tendrán por el nuevo esquema de segmentación una poda de 0,5% del Producto
El Fondo Monetario Internacional ya avizora cómo debería ser el ajuste del gasto público del año próximo para que el Gobierno pueda cumplir la meta de reducción del déficit, que pasaría, según esa hoja de ruta, desde un 2,5% del Producto Bruto hasta 1,9 por ciento. En ese sentido, el equipo técnico del organismo estima que habrá el año próximo una reducción más pronunciada de partidas para el gasto social que para los subsidios, aún cuando entre ya en juego el esquema completo de segmentación de tarifas.
El informe del staff elaborado en las últimas semanas y dado a conocer el viernes tras el guiño del directorio a la revisión de metas trimestrales muestra cuál es el horizonte fiscal que el Fondo Monetario conjetura para lo que resta del año y para 2023, de acuerdo a la planificación presupuestaria que hizo el Gobierno en el proyecto de ingresos y gastos que envió al Congreso y que empezó a tratar en comisiones de Diputados.
La cuestión fiscal aparece como uno de los grandes temas del acuerdo con el FMI. En ese sentido, el programa incluye metas anuales y trimestrales con topes al déficit primario que en lo que va de vigencia del Extended Fund Facility (EFF) el Gobierno logró cumplir, pero que requiere según la visión del Fondo, de medidas fuertes y duraderas para mantener a raya el gasto, algo que, deslizó como crítica el equipo técnico, no tuvo lugar en la primera parte del año.
En ese plano, el FMI manifestó en el staff report que “después de un primer semestre expansivo de alto crecimiento del gasto real y crecientes atrasos internos, deben continuar los esfuerzos para restaurar el orden fiscal a través de mejoras en la gestión presupuestaria y de efectivo y la repriorización del gasto, manteniendo los techos nominales de gasto presupuestario existentes”, explicitó como crítica y exigencia el organismo de crédito.
Y marcó tres elementos que componen ese camino en lo que resta de 2022: subsidios, asistencia social y salarios públicos y el anticipo de Ganancias de empresas. “Estos esfuerzos están siendo respaldados por acciones en curso para mejorar la focalización de los subsidios (energía, agua y transporte); racionalizar la asistencia social y la masa salarial del sector público; y adelantar una parte de los ingresos por impuestos corporativos del próximo año, aunque esto se hace a expensas de los ingresos en 2023. Se proyecta que los rendimientos de estas medidas adicionales sean pequeños este año (0,1% del PBI), aunque de importancia creciente en el año que viene”, consideró el FMI.
2023: el ajuste del gasto que espera el Fondo
Hacia el año próximo debería haber, de acuerdo al programa con el FMI, una caída del déficit primario desde 2,5% del PBI hasta 1,9% del Producto. Algunas partidas tendrán incrementos reales en su presupuesto, por lo que el Fondo Monetario avizora que habrá distintos rubros con podas, entre ellos dos que son decisivos como el gasto social y la cuenta de subsidios. Lo curioso es que se proyecta una reducción más marcada para el primer aspecto que para el segundo.
“El proyecto de presupuesto de 2023, que se presentó recientemente al Congreso incorpora supuestos de ingresos conservadores y un conjunto apropiado de políticas que otorgan credibilidad al esfuerzo fiscal, que se basa en gran medida en el gasto. El ajuste subyacente se estima en 0,9 por ciento del PBI, ya que los ingresos asociados con las operaciones de deuda vinculadas a la inflación (con un valor de 0,3 por ciento del PIB en 2022) se excluirán en 2023″, aclaró en principio el FMI. Esa última referencia tiene que ver con que, hasta este año, el Gobierno contó como ingresos fiscales a la emisión de bonos indexados, algo que ya no podrá hacer el año próximo.
“Las políticas que sustentan el ajuste fiscal en 2023 incluyen: reducciones en los subsidios (0,5 por ciento del PBI), principalmente en el sector energético, y también con algunos ahorros en los sectores de agua y transporte; la racionalización de la asistencia social (0,7 por ciento del PBI), lo que refleja una reversión de los bonos de emergencia y esfuerzos para reducir la superposición de beneficios e incentivar la entrada al mercado laboral; y restricciones continuas en los salarios del sector público (incluso a través de un congelamiento en la contratación del sector público), transferencias a provincias y empresas estatales, y adhesión a la fórmula de indexación de pensiones”, enumeró el staff técnico.
“Estos ajustes son necesarios para crear espacio para el gasto en proyectos de infraestructura de capital prioritarios, así como los costos no recurrentes asociados con la celebración de las elecciones presidenciales de 2023 (0,15% del PIB). Dado que el gasto en infraestructura se anticipa en la primera mitad de 2023, se deberá tener especial cuidado en administrar el gasto corriente para contener el impacto de la demanda agregada”, consideró el equipo del FMI.
En ese sentido, el organismo desgranó cómo debería ser en cada caso el ajuste del gasto para esos rubros. Para los subsidios, por ejemplo, el Fondo Monetario aseguró que “mejorar la focalización y la progresividad de los subsidios a la energía es una prioridad clave”. “El esquema de segmentación tarifaria recientemente introducido -significativamente más completo que lo anunciado inicialmente- tiene como objetivo eliminar los subsidios de electricidad y gas para los usuarios residenciales con mayor capacidad de pago en tres etapas, con la emisión de resoluciones finales para lograr la recuperación de costos para los consumidores relevantes tanto de electricidad como de gas prevista para enero de 2023″, mencionó.
Y aseguró que de acuerdo a ese plan “los consumidores de ingresos medios pagarán el costo total del consumo de electricidad y gas por encima de ciertos umbrales. Finalmente, los subsidios para usuarios comerciales se reducirán significativamente en 2023 y se eliminarán por completo para 2024″.
El gasto social, calcula el FMI, terminaría con un ajuste mayor que los subsidios, entre otros factores, por una cuestión de base comparativa. Es decir, no existirían (a priori) en 2023 los gastos para pagos extraordinarios que sí hubo a lo largo de 2022. “La mejora en la provisión de asistencia social está siendo respaldada por esfuerzos para reducir la indexación de los beneficios, fomentar la inserción en el mercado laboral y abordar la superposición y redundancia de programas”, explicó el staff.
“Con este fin, se está realizando una evaluación integral de los programas de apoyo a los ingresos (en colaboración con varias universidades) para identificar opciones para fortalecer la eficiencia y la focalización de la asistencia, incluso reduciendo la duplicación de beneficios entre programas, que probablemente aumentó durante la pandemia”, analizó.
Otro elemento que el FMI juzgó clave será que la cuenta de jubilaciones, una de las más amplias del presupuesto, tendrá en 2023 menos peso real que este año, aunque todavía representará cerca de un 40% del gasto total. “Si bien se prevé que el gasto en pensiones disminuya como porcentaje del PBI en 2023, en consonancia con la fórmula de indexación vinculada al crecimiento anterior de los salarios y los impuestos sobre la nómina, se espera que el gasto se recupere a mediano plazo y siga representando entre el 35 y el 40% del gasto total federal”, anticipó. Ese peso en términos de PBI pasaría de 7,7% este año a 7,5% en 2023.
Hay, en el horizonte del Fondo y del Gobierno, un estudio que todavía se llevaba adelante en el momento de publicación del informe y que podría verse afectado por el recambio de autoridades en el Ministerio de Trabajo, con la salida de Claudio Moroni y la llegada de Kelly Olmos.
Se trata del análisis sobre cómo otorgarle al sistema jubilatorio argentino una mayor “equidad y sostenibilidad financiera”, una cuestión que suscitó polémica en un principio y que el Gobierno se apuró en negar que se tratara de una reforma previsional clásica. Los pormenores de ese estudio, que se lleva adelante junto a la Universidad de Buenos Aires, permanecen todavía bajo reserva, pero se espera que esté finalizado a fin de año.