“Voy a ser siempre un puente de unidad con todos los trabajadores”, aseguró la nueva Ministra. Quiénes la recibirán con prudencia y alivio y quiénes no ven con buenos ojos su llegada
Este lunes, a través de un comunicado oficial de Presidencia, el Gobierno oficializó a Kelly Olmos como reemplazante de Claudio Moroni al frente del ministerio de Trabajo. Su antecesor estaba bajo la lupa desde hace rato y venía sufriendo las críticas del kirchnerismo duro y de buena parte del sector sindical, como por ejemplo durante el último conflicto con el gremio del neumático. Por ello, mientras se aguarda por la reacción del sindicalismo ante su designación, la flamante funcionaria habló sobre una posible reunión con los líderes de la Confederación General del Trabajo (CGT), que habían mostrado su disgusto por no ser consultados sobre el nombre que sucedería a Moroni.
“¿Tenés pensado un encuentro con la CGT?”, le consultaron en dialogo con El Destape Radio. “Con todos y todas. Voy a ser siempre un puente de unidad con todos los trabajadores”, aseguró Olmos. Asimismo, dijo que intentará acercar a quienes tienen distintas posturas dentro de la central obrera “con mucho diálogo y mucha comprensión de todas partes”.
Del lado de la CGT, en principio no hay mala predisposición hacia el nombramiento de Olmos y sí mucha prudencia. La conocen bien, dado que trabajó en el área de pymes durante el gobierno de Néstor Kirchner. Asimismo, mantiene una estrecha relación con Víctor Santa María, titular del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios y Renta Horizontal (Suterh) y Secretario de Estadística en el Consejo Directivo de la CGT. Desde ese lado, se podría facilitar el acercamiento entre la nueva Ministra y el sector sindical.
En el sector mayoritario, los “gordos” y los independientes, hay alivio, porque no se designó en reemplazo de Moroni a alguien del riñón de Cristina Kirchner, como sí lo es Walter Correa, el ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires.
Del otro lado, es decir, desde el ala kirchnerista del sindicalismo, con Sergio Palazzo y Hugo Yasky como referentes, no contará con apoyo desde el inicio. Básicamente, por su pasado menemista y por provenir del justicialismo porteño. En definitiva, su nombramiento puede leerse como un freno de Alberto Fernández a las intenciones de Cristina Kirchner, con quien volvió a tener una relación tensa y distante.
La clave que terminará de definir las simpatías y antipatías en relación a Olmos será el armado de su equipo. Una de las versiones más fuertes indica que Marcelo Belotti, actual secretario de Trabajo, sería el viceministro. Es un dirigente que llegaría sin tanto contacto con los sindicatos, pero que por ejemplo tiene buen diálogo con Omar Plaini, Secretario de Políticas Económicas y Sociales de la CGT y considerado dentro del moyanismo. Los “gordos” no querían que encabece la cartera laboral, pero tal vez deban convivir con él como segundo de Olmos. Su postulación es impulsada por Moroni, como un gesto de continuidad de su gestión.
A su vez, la Dirección Nacional de Asociaciones Sindicales también representa una dependencia fundamental. Resulta un puesto estratégico porque allí es donde se resuelven los conflictos de encuadramiento, las inspecciones a sindicatos y el otorgamiento (o no) de personerías gremiales o de simple inscripción a organizaciones nuevas. Habrá que ver si la nueva Ministra consensúa integrantes de su equipo como un gesto para conformar a los distintos sectores.
Por lo pronto, José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias y secretario de Acción Social de la CGT, respaldó en diálogo con Infobae la designación de Olmos como ministra de Trabajo. Ya la llamó y confirmaron un próximo encuentro con los líderes de la central obrera.