La brecha cambiaria ya se ubica en el 85% y el dólar oficial roza los $ 160. La preocupación pasa por la mayor presión cambiaria luego de fin de año y a medida que se acerquen las elecciones
Luego de un leve repunte tras la confirmación del nuevo “dólar Qatar” para los gastos en el exterior, los tipos de cambio financieros volvieron a plancharse y se mantiene la paz cambiaria. Las altas tasas de interés y una leve mejora del clima financiero internacional están ayudando al ministro de Economía Sergio Massa a prolongar la racha, lo que a su vez permite que la brecha se ubique nuevamente por debajo del 100%.
Ayer fue otra jornada favorable para los activos locales, en línea con lo sucedido en Wall Street. Además de la recuperación de acciones y bonos, el dólar MEP cayó 1% hasta $ 293,33, mientras que el “contado con liquidación” disminuyó otro 1,6% para finalizar a $ 304,07. Solo se registró un leve repunte del dólar libre, que rebotó 3 pesos hasta los $ 290. Al tiempo que se mantienen estables los dólares financieros, el tipo de cambio oficial está subiendo a un ritmo levemente superior al 6% mensual, es decir menos que la inflación pero se ajusta diariamente. Ayer el minorista, por ejemplo, cerró a $ 159 para la venta.
La brecha entre el dólar MEP y el tipo de cambio oficial minorista se redujo así a 84,48% y la del CCL pasó a 91,13%. Todavía está lejos de lo que le gustaría al equipo económico, que piensa en una brecha de entre 60% y 70% sobre todo para que el comercio exterior vuelva a cierta normalidad.
Pesos en la calle
Las nuevas reglas para importar también le permitieron al BCRA volver a ser comprador, por segundo día consecutivo, claro que a costa de pisar todavía más el acceso a divisas a las empresas. Se supone que éste será el comportamiento al menos hasta fin de año, teniendo en cuenta que es escasa la liquidación de divisas.
Entre los operadores de cambio también reconocen que hay pocos pesos en la calle, tanto en el circuito formal como en el informal, lo que por ahora alcanza para ponerle un freno a las cotizaciones. Este fenómeno se da básicamente por dos razones: por un lado las altas tasas de interés le permiten al Central absorber más pesos. Esto significa que aún en medio de la alta inflación cae la cantidad de dinero.
El segundo motivo está relacionado con el primero: con menor cantidad de pesos en la calle y ante la caída del poder adquisitivo, las ventas y la rentabilidad también se ve resentida. Por lo tanto, hay menos pesos sobrantes para salir a comprar dólares. En otras palabras, el enfriamiento que está atravesando el consumo era imprescindible para llevar cierta tranquilidad a los dólares financieros.
Aunque es imposible realizar predicciones certeras en este contexto, todo indica que al menos hasta fin de año el frente cambiario se encuentra relativamente controlado. Pero en los encuentros que mantuvo en Washington el equipo económico, el staff del FMI manifestó su inquietud por la posibilidad de una caída de la demanda de dinero, lo que impactaría en mayor presión cambiaria y más inflación.
El mayor peligro que ocurra esto es a partir de fin de enero, cuando ya pase la mayor demanda de dinero por las fiestas de fin de año y las vacaciones. Pero además comenzará a aproximarse el calendario electoral, que históricamente genera una mayor dolarización de carteras. Sucedió siempre, salvo cuando la victoria de Mauricio Macri en 2015 generó una fuerte ola de optimismo entre los inversores.
El temor es que no alcance con las tasas nominales del 75% para mantener la suba de los plazos fijos en pesos, cuyo stock viene aumentando a un ritmo de 10% mensual. Sin embargo, en la medida que los dólares financieros sigan planchados y la inflación no ceda, tarde o temprano aparecerá el temor de un repunte de las cotizaciones, lo que podría generar otro salto cambiario.
Por eso, está en plena etapa de análisis qué instrumentos en moneda local podrían ofrecerse para que los inversores no se vayan corriendo al dólar a medida que se acerque el período electoral.