Maravillosos espíritus que aparecen citados en la Biblia, son mensajeros de Dios, y traen una noticia. Custodios de nuestras vidas.
“¿Acaso no son todos ellos espíritus al servicio de Dios, enviados en ayuda de los que van a heredar la salvación?” (Heb. 1.14). Más allá de esta definición de la Carta a los Hebreos, el papa Juan XXIII ha dicho que la fe enseña que ninguno de nosotros está solo, porque desde el mismo instante en que un alma es creada por Dios para un nuevo ser humano, un ángel es convocado para permanecer a su lado durante todo su peregrinaje terrestre.
Los ángeles guardianes o custodios no solo están presentes, sino que irradian ternura y amor, lo que requiere de devoción. Entonces, es necesario ser devoto de este ángel guardián y su devoción debe actualizarse en la práctica de la oración, en especial, cuando las cosas se tornan complicadas.
En las Sagradas Escrituras, ángel significa “mensajero”, como el arcángel Gabriel quien le anunció a María que iba a tener al Hijo de Dios. Pero también figura la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio. Por ejemplo, cuando Pedro al ser sacado de la cárcel llega a la casa donde están reunidos los discípulos de Jesucristo, ellos creen, al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: “Será su ángel” (Hech. 12, 15).
Definidos como “las criaturas más nobles creadas por Dios”, los ángeles son inmortales, tienen voluntad propia, poseen conocimientos más amplios y su poder es muy superior al poder de los hombres.
En estos seres espirituales hay tres instantes: su creación, la prueba de obediencia a la que fueron sometidos por Dios, y el premio en el Cielo para los buenos y el castigo en el Infierno para los malos.
La Biblia habla unas 400 veces de los ángeles. En la vida de Jesucristo aparecen desde su nacimiento, en el portal de Belén, hasta su Resurrección. Por eso, Jesucristo es superior a todos ellos, creados por Él y sometidos bajo su autoridad y poder.
Las celebraciones a los ángeles custodios son muy antiguas. Ya en el año 800, en Inglaterra, había una fiesta en su honor. En 1670 el Papa Clemente X extendió a toda la Iglesia la fiesta de los Ángeles Custodios, establecida finalmente el 2 de octubre.