La inmigración del siglo XIX, mayormente masculina, buscó entablar lazos con nativas de buena posición. Esto les sirvió de puntapié para ocupar importantes cargos.
La licenciada en Historia Maisa Angelina publicó una investigación sobre la integración de italianos a la elite correntina durante el siglo XIX. Allí analizó algunos casos de matrimonios que marcaron la política local como “una eficaz herramienta de legitimación de ascenso social, en tanto permitió profundizar vínculos con la sociedad a partir de redes propias de la familia política y allanar así el camino hacia una integración con la elite local”.
Para el análisis, Angelina seleccionó cuatro integrantes de la comisión directiva de la asociación Unione e Benevolenza y uno de la Asociación Unione e Frantellanza. Así, consideró a quienes, en el periodo analizado, ejercieron los cargos con mayor jerarquía: presidente, vicepresidente y un consejero; restando analizar, en próximos estudios, el comportamiento matrimonial de secretarios, tesoreros e inspectores.
El análisis de los documentos le permitió a esta investigadora en Historia observar que tres de los líderes de las asociaciones antes mencionadas se casaron con mujeres de importantes familias correntinas, entablando así uniones exogámicas. Otros dos de estos italianos, a partir de la consolidación de familias conformadas en décadas anteriores, lograron casarse con hijas de italianos nacidas en Corrientes, práctica denominada endogamia encubierta o intergeneracional.
En cualquier caso, fueron las mujeres las que establecieron el “puente” entre los italianos y las familias correntinas de la elite, aclaró Angelina, puesto que la exogamia en el colectivo inmigrante fue casi siempre masculina.
Gallino & Pujol
Rafael Gallino, comerciante italiano presidente de la asociación Unione e Benevolenza, se radicó en Corrientes hacia 1825, seis años más tarde contrajo matrimonio con Ramona Luisa Pujol, hermana del exgobernador Juan Gregorio Pujol (1853-1859), natural de Corrientes, presidenta de la Sociedad de Beneficencia y destacada por la iniciativa de la creación de un Hospital de Mujeres en 1861.
Su hija, Rosa Gallino de Fernández, fue también socia fundadora de aquella Sociedad. El matrimonio concibió además dos hijos varones: Rafael Gallino y Antonio Gallino, ambos futuros gobernadores de la provincia.
Iglesia & Ceballos
Antonio Iglesia, comerciante integrante de las comisiones directivas de ambas asociaciones y propietario de un buque, se casó en 1849 con la correntina Ángeles Ceballos, quien por su parte fuera también una de las socias fundadoras de la Sociedad de Beneficencia.
Uno de sus hijos, Antonio Iglesia, hacendado de la ciudad, contrajo matrimonio con Rosa Capurro, hija de la correntina Sebera Roibón y el italiano Alberto Capurro, radicado en Corrientes hacia 1855 y vinculado al negocio de cueros.
Resoagli & Ancelmo
Luis Resoagli, italiano vocal de la comisión directiva de la asociación de 1864, se consolidó como un importante comerciante en la ciudad, contrajo matrimonio con la
correntina Julia Ancelmo, hija de italianos, en 1852.
Los principales comerciantes que operaron en el ámbito provincial establecieron la sede de sus negocios en la ciudad capital, puesto que allí existieron mayores facilidades para la descarga y acopio, se podía establecer una relación más directa con autoridades y la elite local y había mejores posibilidades de comunicaciones terrestres con los pueblos del interior.
Por otro lado, si bien existió una diferenciación sectorial entre las tareas comerciales desempeñadas, esto no implicó una separación excluyente en la medida que, de acuerdo con las diversas estrategias individuales, comerciantes desempeñaron sucesivamente o al mismo tiempo actividades mercantiles, productivas y administrativas.
Luis Resoagli actuó desde una compañía de comercio en sociedad con sus hermanos Cayetano y Pedro, la misma distribuyó cueros, carnes y artículos varios, contó con dos vapores, un pailebot y con tierras en enfiteusis en Ituzaingó donde además de poseer una casa, dos ranchos y corrales, crió cabezas vacunas, equinas y ovinas.
Su hijo, Juan Luis Resoagli, fue uno de los conductores del partido autonomista, electo vicegobernador de la provincia en 1908, ejerció la gobernación por cesantía del titular y más adelante alcanzó la banca de senador.
Como puede observarse en este caso y en el de Gallino, los hijos heredaron una red de relaciones que les permitió acceder a cargos políticos provinciales y nacionales. El salto debe entenderse además por el hecho de haber sido esta segunda generación, a diferencia de la primera, nativa.
Boetti & Vedoya Llano
Federico Boetti, comerciante y presidente de la primera asociación, contrajo matrimonio en 1861 con Dionisia Vedoya Llano, hija de Ángel Mariano Vedoya Lagraña, hombre de filiación federal. Es probable que esta alianza haya colaborado al momento de entablar las negociaciones para el contrato con el gobernador José María Rolón, a fin de usufructuar la imprenta del Estado, precisó la investigadora.
Según Manuel Mantilla, “Federico Boetti era federal por inclinación natural y por sus vínculos de familia”. De aquella unión nació Juan Boetti Vedoya en 1868.
Cabe destacar que la posibilidad de vinculación de estos italianos con sectores de la élite estuvo allanada por la aquiescencia que otorgó el desempeño de actividades comerciales, porque la condición social de quienes se dedicaron a ellas fue muy favorable ya en los inicios del siglo XIX; prueba de esto es el registro de los hermanos Robertson en 1815: “en Corrientes el vendedor al menudeo es muy bien considerado y respetable; el comerciante mucho más, porque el término implica algo de aristocrático”.
Fainardi & Raggio
El último caso es el de Alberto Fainardi, quien contrajo matrimonio en 1868 con Magdalena Antonia Raggio, nacida en Corrientes, hija del comerciante italiano Juan Bautista Raggio- quien fuera vicepresidente de la segunda comisión directiva de la asociación Unione e Benevolenza- y Clara Gastaldi.
Red social
Hasta aquí las uniones de algunos de los italianos que fueron parte de las comisiones directivas del asociacionismo y estuvieron vinculados con familias de la elite en Corrientes. Angelina continó el análisis haciendo foco en otros datos brindados por las actas matrimoniales como la elección de los testigos del casamiento o de los padrinos en las actas de bautismos, y notó una amplia red social tejida en el entorno.
Por citar algunos ejemplos, Rafael Gallino y Luisa Pujol fueron padrinos de Magdalena T. Iglesia, hija de Antonio Iglesia y Ángeles Ceballo. A su vez, Luis Resoagli fue testigo del matrimonio de Rosa Gallino, hija de Rafael Gallino.
Por último, existieron también “matrimonios múltiples”, aquellos en los cuales dos o más miembros de una misma familia se casaron con dos o más miembros de otra, reflejando el peso de las relaciones de sociabilidad.
Por caso, Pedro Resoagli, contrajo matrimonio con Ángeles Ancelmo, hermana de Julia Ancelmo casada con el hermano de aquel, Luis Resoagli. Ángeles además fue madrina de Juan Boetti, hijo de Federico Boetti.
Posesión de capital
“Estos italianos participaron en redes sociales que les permitieron relacionarse con nativas y entablar lazos matrimoniales, aún antes del establecimiento de las asociaciones a partir de las cuales ejercieron cierto liderazgo dentro de la comunidad de connacionales, lo cual puede constatarse en la fecha de las actas”, explicó la investigadora. Las instituciones, entonces, afianzaron la posición que aquellos habían alcanzado previamente, gracias a la posesión de cierto capital, como pudo ser el ejercicio del comercio en los primeros años analizados o de la medicina en la década de 1870 y a las alianzas matrimoniales que les permitieron ocupar lugares claves en la sociedad correntina.
Para Angelina, es preciso señalar que dichas alianzas tuvieron lugar cuando el proceso de integración estuvo avanzado, porque antes fue necesario instalarse, encontrar trabajo y vincularse con la sociedad de acogida.
Vínculos matrimoniales
Las alianzas matrimoniales resultan un factor importante –aunque no el único indicador– para conocer el grado de integración de las colectividades inmigrantes en una sociedad.
Para el análisis de las alianzas, Angelina consultó registros parroquiales, como las actas matrimoniales. Esta documentación permite principalmente observar las uniones entre personas de orígenes nacionales diferentes y las relaciones entabladas con sus contemporáneos, a partir de la elección de los testigos, pero carece de otro tipo de datos que indicarían la posición social de los individuos implicados.
A fin de sortear esta dificultad, la investigadora entrecruzó la información allí brindada, con actas de bautismo y defunción, en las que ocasionalmente se señala ocupación, y con cédulas censales que, si bien no arrojan información acerca de la posición socioeconómica de los individuos, presentan indicadores significativos de ella (profesión, ocupación y alfabetización).
Inmigración masculina
Como otras ciudades de Argentina, la capital de Corrientes recibió migrantes italianos que, siguiendo el curso del río Paraná, se asentaron desde inicios del siglo XIX. En este flujo inicial predominó la inmigración masculina de comerciantes genoveses.
Para quienes ejercieron el comercio y la navegación, Corrientes posiblemente actuó como un espacio apropiado de asentamiento, puesto que contó con un puerto de importante actividad naviera e intenso flujo mercantil.
En la ciudad, estos migrantes crearon asociaciones de socorros mutuos a partir de las cuales forjaron una identidad nacional italiana -relegando las identidades regionales precedentes- e intentaron dar respuestas a problemáticas propias de la salud y la educación, materias desatendidas por un Estado aún en construcción. Italianos dirigentes de estas asociaciones lograron un liderazgo dentro de la comunidad de connacionales, al tiempo que se integraron a la elite correntina.
Angelina enmarcó este trabajo en el periodo denominado de “migraciones tempranas”, que comenzó a fines del siglo XVIII y se prolongó hasta la década de 1880, con características propias que lo distinguió del fenómeno de la “inmigración masiva”.
Cantidades
En 1833 la ciudad de Corrientes contó con la presencia de 25 italianos, 5 de ellos registrados como genoveses, sobre una población total de 5668 habitantes. Los peninsulares fueron precedidos en cantidad por 87 portugueses, 62 españoles y 38 franceses.
Al margen de la presencia europea, el mayor componente migratorio lo prestó el vecino país de Paraguay con un total de 338 almas en la capital. Para 1841, aunque el censo mostró la presencia de 8 mujeres italianas, persistió el predominio de hombres que sumaron un total de 21.
En esta oportunidad, la importancia del país de origen en términos cuantitativos varió, correspondiendo en primer lugar a los españoles, luego a los franceses, en tercer lugar, a los italianos y finalmente a los portugueses.
Según el censo Confederal de 1857 el número de italianos en la ciudad ascendió a 172 (25 mujeres y 147 hombres) sobre una población de 8839 almas. Por último, el censo de 1869 arrojó, en un total de 11218 habitantes, 603 registros de italianos.
Hacia aquel año el 69% de los extranjeros en la ciudad fue europeo, una proporción muy superior al 31% de los
americanos. Entre aquellos, los italianos ocuparon el primer lugar de importancia, superando incluso a la población paraguaya y española.
Para 1869, 115 hombres italianos declararon el comercio como “profesión, oficio,
ocupación o medio de vida”. Se debe tener presente que, si bien la provincia tuvo una predominante producción ganadera, la vida económica de la capital giró en torno a las actividades de su puerto.
El hecho de que la ciudad de Corrientes constituyera el centro comercial más activo de la provincia se debió a su ventajosa situación geográfica y espacial que le permitió concentrar gran parte del creciente tráfico fluvial provincial: entre el 50% y el
60% de las exportaciones y entre el 60% y el 80% de las importaciones.
Esfera pública
El presidente de la efímera asociación Unione e Benevolenza fue un comerciante genovés, Rafael Gallino, que se desempeñó además como personal del Directorio del Banco y Casa de la Moneda en 1866.
Federico Boetti, vicepresidente de la Asociación en la primera comisión directiva y presidente en la segunda, fue comerciante y realizó negocios con el Estado provincial en 1861 durante la administración de José María Rolón, con quien firmó un contrato por el cual se le entregó el usufructo de la Imprenta del Estado.
En 1862 el gobernador José Pampin- perteneciente a la facción liberal- despojó a Boetti de la imprenta por la fuerza. El italiano realizó reclamos al gobierno provincial hasta que en 1864 aquella le fue reintegrada.
Antonio Iglesia y Alejandro Costa (respectivamente, consejero y tesorero de la asociación) ocuparon los cargos de cónsul del Tribunal de Comercio de la capital, el primero y de Juez de Paz de la Segunda Sección de la Capital, el segundo en el año 1859.
Por otro lado, durante la ocupación de la ciudad de Corrientes por las fuerzas paraguayas- en el marco de la Guerra de la Triple Alianza- la Junta Gubernativa nombró para formar parte de la Comisión Directiva del Banco y casa de Moneda del Estado al ya mencionado Antonio Iglesia. También resultó electo presidente de la Comisión fiscal creada el 2 junio de 1865 para relevar los daños causados durante el intento de retomar la ciudad, llevado adelante el 25 de mayo por las fuerzas aliadas conducidas por el General Wenceslao Paunero.
Dicha comisión estuvo conformada por ciudadanos correntinos y residentes extranjeros; participó también Boetti y el italiano Luis Resoagli, hombre vinculado al comercio y la industria de la ciudad que fue consejero de la Asociación italiana en 1864.
En una nota que José Bergés dirigió a Francisco Solano López sobre dicha comisión, se refirió a Antonio Iglesia como “italiano, antiguo amigo mío, desde el año 43 a quien le debo muchas atenciones desde mi llegada a esta ciudad”, con lo cual se infiere que Iglesia contó con vínculos y relaciones en Paraguay previas a la invasión.
Iglesia no fue el único que desbordó su influencia más allá del asociacionismo e incluso de la ciudad capital. Los italianos Rafael Gallino y Alberto Fainardi -primer presidente de la segunda asociación- lograron un reconocimiento que les permitió ocupar, en diferentes momentos, el cargo de vice cónsul.
Medicina
La labor de los médicos fue reconocida en 1931 cuando el intendente de la ciudad de Corrientes dio el nombre de Héroes Civiles a la prolongación de La Rioja, desde la avenida 3 de Abril al sur, en memoria de las personas que colaboraron durante la epidemia de fiebre amarilla. Consideró en carácter de “héroes civiles” – entre otras personas- a Alberto Fainardi y Carlos Fossati.
También las mujeres tuvieron actuación en este episodio, Ramona Luisa Pujol de Gallino, esposa del italiano Rafael Gallino, presidió la Comisión Sucursal de socorros. Dicha organización se encargó de administrar la visita a hogares pobres y la asignación de contribuciones donadas en dinero y ropas. Participó además Magdalena Raggio de Fainardi; ambas mujeres figuran en el listado de “Ciudadanos de acción destacada de la epidemia de 1871” elaborada por Hernán Félix Gómez.
FUENTE: EL LITORAL