La euforia se manifestó por un largo lapso de tiempo frente a la sede partidaria y las celebraciones fueron caóticas, con compras de último momento para el agasajo.
“Viva la libertad, carajo”. “La casta tiene miedo”. “Que se vayan todos”. Fueron los estribillos más escuchados sobre la calle Catamarca de la capital correntina, que sonaba atronador cuando los parlantes de los equipos de sonido dejaban de pasar temas como “Arde la ciudad” de La Mancha de Rolando, curiosa elección de una banda identificada con el exvicepresidente de Cristina Kirchner, Amado Boudou, y temas de conjuntos como La Renga y otros cuyos artistas se pronunciaron abiertamente contra la candidatura de Javier Milei.Previous
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Claro que esos compases se alternaban con cumbias y reggaeton de autores juveniles, como María Becerra o Emilia Mernes, más del gusto de los numerosos jóvenes que poblaron la celebración y que forman parte del núcleo duro de votantes de La Libertad Avanza.
No todos los que festejaban eran los activistas del novel partido que en dos años logró consagrar un Presidente, se pudo ver entre los celebrantes al dirigente del PRO Augusto Costaguta y al concejal oficialista Francisco “Paco” Achite.
¿Un salto a la incertidumbre?
Orlando Giménez/ Redacción de época
Más del 55% de los argentinos eligió el cambio que ofrece Javier Milei. Los resultados electorales sacudieron a la clase política y volvieron a probar que para ganar elecciones se debe acordar con parte de la casta, como lo hizo con Mauricio Macri. Habrá que ver si la capitalización del voto “contra el kirchnerismo” se convierte en capacidad de gestionar un país en crisis y que el mismo ganador de la jornada de ayer dictaminó “en decadencia”.
Otra vez los ciudadanos sorprendieron a los dirigentes avezados que preveían un escenario de empate técnico, porque siguen creyendo en las encuestas amañadas de consultores contentos con la facturación que le dejan las estadísticas de consultas hechas con manuales viejos.
Casi 12 puntos de diferencia sacó Javier Milei, quien ganó las elecciones de punta a punta y sí hubo un empate técnico en la provincia de Buenos Aires, que desde 2015 dejó de ser el bastión de los barones del conurbano que siempre le garantizaban victorias contundentes a los candidatos que se presentaban en la boleta que patrocinaba el justicialismo.
En la primera vuelta se notó que el 70 por ciento se pronunció por algunas de las opciones que no representaban el Gobierno nacional, una alianza tripartita entre dos poderosos justicialistas y un mascarón de proa que había desaparecido que apostaron al milagro de vencer con un candidato que capitaneaba un gobierno en el umbral de la hiperinflación y con la economía estancada.
Quien ganó promete cambiar de raíz las estructuras económicas de Argentina. Claro que su programa, en lo discursivo, es bastante similar al que implementó el ministro de Economía de la presidencia de Facto de Jorge Rafael Videla, Alfredo Martínez de Hoz, y representó el empresariado, que fue el respaldo sustancial de la dictadura. Esas políticas no lograron frenar la inflación que provocó el estallido del gobierno peronista y aumentaron la pobreza. Todo sazonado con mucha deuda externa.
Es cierto que el peronismo en el poder, con el fuerte liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, creó las condiciones para la aparición de un referente que viene de fuera de la política tradicional, tal como ya ocurrió en Chile con Boric, Colombia con Petro y Bolsonaro en Brasil. Las dos primeras experiencias están en marcha y la brasileña derivó en el regreso triunfal de Lula da Silva.
Vale aclarar que no son los únicos ejemplos y atendiendo a que la política suele ser el arte de lo posible, se debe gestionar buscando articular consensos, sobre todo en un Congreso en el que el Presidente electo solo tiene una representación minoritaria y sus proyectos extremos pueden chocar con la corporación política. Eso puede ser dañino, tal como lo demuestra la experiencia de Pedro Castillo en Perú.